Diversas personas han denunciado que los conductores o cobradores prestan la mascarilla facial a los pasajeros para evitar las sanciones, sin prever los daños y graves riesgos contra la salud que están promoviendo, ya que la COVID-19 también se transmite por materiales contaminados.
Según Óscar Malpartida, infectólogo del Hospital Nacional Guillermo Almenara Irigoyen (EsSalud), explica que, si bien el SARS-CoV-2 se trasmite por la vía respiratoria, los protectores faciales contaminados son considerados un fómite; es decir, un objeto inanimado que puede llevar y extender enfermedades y agentes infecciosos.
Esta es, resalta, la condición que adoptan los protectores faciales cuando pasan de una persona a otra, pues “su superficie pulida facilita la transmisión de virus y bacterias con un simple toque o roce con su rostro”.
“Este objeto, que cubre la cara, sirve como una barrera física muy eficiente contra las partículas presentes en el medio ambiente, pero al ser prestado y manipulado inadecuadamente, como en los medios de trasporte masivos, buses o colectivos, se convierte en un elemento de riesgo para contraer la COVID-19 y otras enfermedades respiratorias como la influenza, conjuntivitis, adenovirus, virus sincitial que causa la neumonía y que puede ser mortal en recién nacidos y ancianos”, sostuvo en una nota difundida por EsSalud.
Ante esa situación, el especialista Malpartida insta a la ciudadanía a usar un producto propio y personal; además, al llegar a casa o al centro laboral, debe ser desinfectado. Recomienda también el uso de desinfectantes, alcohol o alguna solución apta para el aseo de estos elementos de protección, porque “al ser un canal de contención de los flujos, que se producen por el estornudo o la tos, pueden también ser agentes de contagio para el COVID – 19 y otras enfermedades”.