La Gerencia regional de Comercio Exterior y Turismo de Arequipa (Gercetur), junto al Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), han iniciado una campaña para reconocer a los árboles patrimoniales de Arequipa.
El primer reconocimiento tuvo como escenario el Molino de Sabandia, donde se encuentra El abuelo, un gran sauce de aproximadamente 300 años. Este se convirtió en el primero reconocido por Ordenanza Municipal en la región Arequipa.
En el lugar se realizó la develación de una placa de uno de ocho árboles que se ubican en las provincias de Arequipa, Castilla, La Unión, Condesuyos y Caravelí.
El gerente regional de Comercio Exterior y Turismo, Carlos Andrade Pareja, informó que se convocó hace un mes a un concurso regional donde ciudadanos y entidades presentaron más de 50 expedientes de plantas basadas en la Guía de Reconocimiento de Árboles Patrimoniales, aprobada en marzo pasado por el Serfor.
Allí figuran distintas especies como sauce, molle, cedro, huarango, mora, entre otros, de hasta 300 años de antigüedad.
En Arequipa hay varios distritos donde se puede ver árboles emblemáticos como el molle de Mollebaya, el yaro de Yarabamba y el cahuato de Quequeña.
Historias
Uno de los que destacan en el concurso es un antiguo molle ubicado dentro de la Hacienda Illomas del distrito de Chuquibamba, provincia de Condesuyos. Este árbol tiene una antigüedad de 300 años. Durante la guerra con Chile (1879), la hacienda era refugio de los montoneros, quienes por las tardes descansaban bajo la sombra del que llamaban ‘el molle de la casa’.
En el distrito de Huancarquí, provincia de Castilla, hay un huarango que supera los 30 metros de altura y tiene un diámetro de ocho metros. Está ubicado dentro de la Hacienda Recodos y también tiene 300 años de antigüedad. La historia cuenta que allí se realizaban las reuniones de rebelión contra el sistema del gobierno de Manuel Pardo en 1872.
Dentro de la Iglesia San Juan Bautista, en la plaza principal del distrito de Characato, hay un árbol de mora tan bien conservado que a pesar de sus 250 años de antigüedad continúa dando frutos. Fue plantado por los primeros sacerdotes mercedarios que llegaron y, para la comunidad del lugar, es símbolo de fortaleza y de identidad. Así como estos, hay otros árboles que guardan historias.