Han pasado casi cuatro meses desde que el empresario Luis Miguel Llanos se enfrentó a balazos con delincuentes en un restaurante de Tumbes. Desde entonces la batalla del hombre 47 años continúa, esta vez en compañía de su familia en Lima.
Llanos dice que la inmovilidad de los miembros inferiores no es lo único que ha tenido que afrontar desde que ocurrió el atentado. En entrevista con Punto Final, contó que él mismo tuvo que pagar una ambulancia para ser trasladado a un centro médico donde, finalmente, lo atendieron, ya que en los dos primeros hospitales en Tumbes a los que fue llevado no lo recibieron. Afirma que en esos momentos pensó en la muerte.
“Viví dos meses mirando al techo. Fue horrible, la verdad que es muy fuerte y se te vienen ideas a la cabeza. Uno no quiere vivir, así ya te salvaste, si tú puedes apretar un botón e irte, te vas. Eso lo siente cualquier persona que ha pasado por lo mismo”, manifiesta.
Asimismo, dice que la justicia no ha tratado su caso como debería, ya que se procesó como intento de robo, pero él cree que en realidad eran sicarios enviados para matarlo. El Poder Judicial condenó a 30 años de prisión a dos de sus atacantes, pero uno de ellos aún se encuentra prófugo. Llanos recuerda los hechos y manifiesta que se arrepiente de no haber abatido a todos.
Respecto a su estado de salud, cuenta que va de lunes a sábado a un centro de rehabilitación en San Borja, donde realiza ejercicios con los que se busca mejorar su movilidad.
Las balas que recibió afectaron dos vértebras que inflamaron su médula. Pese a ello, no optó por la operación, sino por la rehabilitación, gracias al consejo de un amigo médico.
“Llegó sin movilidad y con bastante debilidad a nivel de toda la cadena posterior, inmóvil a nivel de miembros inferiores. Se le ha estado trabajando un poquito lo que es movilidad de miembros inferiores, se le está haciendo ejercicios y fortalecimiento de tronco para lograr lo que se quiere, que es la marcha”, explica una de las fisioterapeutas encargadas.
Llanos dice que aún siente dolor en sus piernas, pero no sabe si podrá caminar como antes, algo que, asegura, lo llena de temor. “Tengo miedo de quedarme así porque estoy atrapado en un cuerpo en el que no estoy acostumbrado”, comenta.
Por otro lado, contó que su hijo que vivía en Berlín murió a fines del año pasado a causa de un cáncer. También dice que no ve a su pequeña hija porque la madre de ella pidió una restricción en su contra a raíz de los hechos en los que él se ha visto involucrado.