José Víctor Salcedo
La señora Gregoria llora de impotencia y tristeza. Su esposo de 73 años falleció en la puerta del hospital Adolfo Guevara Velasco de EsSalud. “Es mi esposo. Ha muerto casi a medianoche aquí en la puerta de EsSalud. No han querido atenderlo. Salió el médico de turno y dijo que no había espacio adentro. Acá nomás, nos dijo. (Lo) agarró. Ya no tiene signos vitales, dijo. Pero mentira. Ese rato mi esposo estaba caliente, estaba ahogándose. No lo han salvado”, cuenta sollozante.
“Para qué lo he traído. Mejor en mi casa hubiera muerto”, remata la viuda. Juana llora de desesperación. Su padre sufrió un cuadro de insuficiencia respiratoria y necesita una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Espera atención con el hombre moribundo en la puerta de ingreso al hospital de EsSalud. Los médicos le han dicho que no hay cama disponible. “Esta es una situación que no le deseo a nadie”, dice.
Conseguir una cama en UCI es casi imposible. Un paciente debe recuperarse o morir para que haya disponibilidad. “El 50% de pacientes que entran a UCI fallece, la otra mitad se recupera”, precisa Víctor Manchego Enríquez, gerente de la Red Asistencial de EsSalud del Cusco. Manchego reconoce que la espera para lograr hospitalizarse demora varias horas. El promedio es un día, pero a veces, es más.
La recuperación de un paciente suele tomar mucho tiempo. El alcalde del Cusco, Ricardo Valderrama, por ejemplo, está internado en UCI desde el 30 de julio. Cuando alguien tiene la suerte de conseguir cupo en UCI empieza otra odisea: conseguir oxígeno.
El ciudadano Max Eddy Cahuata Pilares estuvo internado casi dos semanas en el Hospital Regional del Ministerio de Salud en Cusco. Cada día –inclusive unas horas antes de morir el 11 de agosto- escribía en su cuenta en Facebook el drama que se vive dentro del hospital. “La crisis de la baja oxigenación es dolorosa. La saturación baja, los músculos luchan por oxígeno, el pecho se agita, y estás consciente que no entra el aire a tus pulmones...”, contó.
Dos días antes hizo una narración más dramática y visceral. “Si no hay, ya no hay. Historia de muchas personas: te vas porque no hay oxígeno”.
En el Regional reciben un promedio de 80 pacientes al día. “Hacemos todo lo humanamente posible para atender, pero no es suficiente”, dice el médico Enrique Arana, jefe del Servicio COVID-19. Actualmente hay más de 170 pacientes internados por COVID-19. A diario fallecen siete y 80 pugnan por atención.
El oxígeno escasea en los hospitales y en las empresas proveedoras. La gente busca desesperada dónde cargar oxígeno medicinal. La gente hace colas extensas en las empresas que venden balones y cuando consiguen uno el problema es que no hay dónde recargarlos. La escasez no ocurre porque no haya el insumo. La planta de Cachimayo produce una gran cantidad, pero no hay balones para envasar este elemento vital para salvar vidas. Lo que no se envasa se pierde, porque no cuentan con un sistema de almacenamiento. Desde ayer es posible recargar gratuitamente los envases para ciudadanos que cuenten con receta médica. Diresa acopia los balones desde las 08.00 horas en las instalaciones de la Dirección Desconcentrada de Cultura ubicada en la avenida Huáscar del distrito de Wanchaq..