Crónica: Carlos Páucar
Hemos sentido “las caídas hondas de los Cristos del alma”. Sentimos que “la resaca de todo lo sufrido se empoza en el alma”. Y clamamos: “tanto amor y no poder nada contra la muerte”.
En su emocionante homilía, el arzobispo Carlos Castillo Mattasoglio mostró una de sus facetas conocidas solo por sus amigos más cercanos: es un gran conocedor de la poesía de César Vallejo.
Ya en su juramentación al cargo, el 2 de marzo del 2019, recitó un fragmento del poema ‘Himno a los voluntarios de la República’ y en su homilía por Domingo de Ramos, en abril de este año, aseguró que “Dios no tira los dados”, aludiendo a ‘Los dados eternos’.
Con los versos vallejianos inició su homilía en la primera misa Te Deum virtual de nuestra historia por Fiestas Patrias, en la Catedral de Lima. Castillo se refirió a las “tinieblas” que hoy vivimos y la necesidad de ver “una luz” en medio de ellas.
"Es tan dura la tragedia nacional y mundial, que todo parece oscuridad ¿Cómo no sentir confusión si nos invade el dolor ante cada enfermo y cada fallecida y fallecido? Junto con toda América Latina seguimos entre los países más afectados. ¿Cómo celebraremos nuestro Bicentenario si estará marcado por la pandemia? El contagio aumenta en calles, buses y mercados, a pesar de las medidas de cuidado".
Desde la capilla de Palacio de Gobierno, seguían su mensaje el presidente Martín Vizcarra y su esposa, Maribel Díaz, y en el amplio comedor de la casa presidencial, los ministros de Estado.
Al mencionar “las caídas hondas de los Cristos del alma”, Castillo recordó los “miles de retratos multicolores”, las fotografías de las víctimas del Covid-19, ante los que hizo una recordada misa el pasado 14 de junio.
Antes de pedir un minuto de silencio por los familiares y amigos ausentes por la pandemia, afirmó que, golpeados y zarandeados de dolor, con el poeta se clama: “Tanto amor y no poder nada contra la muerte”.
Monseñor Castillo había llegado a la catedral con mascarilla, para la homilía prescindió de ella. Antes también habían ingresado a la iglesia los religiosos que iban a participar, con incienso en mano e, igual, con mascarillas. Los miembros del coro acompañaban vía web.
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Monseñor Castillo destacó, entre las luces que hay entre las tinieblas, a personajes como el líder indígena Santiago Manuin, fallecido por Covid-19, y al llamado Ángel del Oxígeno.
“En tan pocos meses, nunca tuvimos tantos mártires de la patria, en quienes se unió la iniciativa individual y el sentido del bien común. Mario Romero, el Ángel del Oxígeno, Santiago Manuin, el líder histórico awajún, y muchísimos otros y otras. La justeza de su entrega nos ha enaltecido”.
También destacó como "otras pequeñas luces" los esfuerzos de grupos ciudadanos de los más diferentes oficios. "En ellos vemos signos de un desprendimiento cada vez mayor, y se avanza a una nueva manera de vivir y comprender la realidad... Estas luces nos alientan".
El religioso pidió superar la "cizaña de la indiferencia" y aprender a superar el monopolio con la sana competencia; la mezquindad y la corrupción con la ganancia adecuada y justa; el dominio de la naturaleza con su cuidado; la herencia de costumbres coloniales discriminadoras con el trato respetuoso y dignificador".
Agregó que la violencia contra la mujer exige, sin duda, “atención prioritaria y urgente”. Y que ya es tiempo de superar la exclusión de la Amazonía, con el respeto a su naturaleza y sus comunidades originarias”.
Castillo, también sociólogo sanmarquino además de tener estudios en filosofía y doctorado en teología, citó a la historiadora Carmen McEvoy.
Dijo que ella llamó a avanzar “en una nueva definición de la democracia que el republicanismo vincula con un ideal participativo y no meramente representativo para erradicar así la idea de ciudadanos consumidores indiferentes al supremo valor… del bien común”.
Dijo el arzobispo que, durante los inicios de la república, algunos creyentes propusieron ya un “proyecto de nación republicana realmente inclusivo”. Mencionó al arzobispo limeño Francisco Xavier de Luna Pizarro, quien propuso “el verdadero bien nacional” renunciando al “desastroso principio del interés personal”.
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Pidió por eso que la Iglesia ayude a crecer en conciencia, ante todo, para enfrentar la pandemia, priorizando la atención y reforma de la salud y la educación. Pero, también, "para que los aportes de las bases sociales menos atendidas, lleguen a los planes nacionales y se orienten a reformas sustantivas". Propuso unirnos a los esfuerzos "de un proyecto nacional a largo plazo".
“La pandemia nos ataca, pero también la frivolidad y el individualismo de décadas. El sujeto humano pobre suele estar debilitado sin norte común, ni organización, ni esperanza. Por ello, el Papa valora los movimientos sociales y la participación activa... Nos lo dijo claramente en su visita al Perú: no se dejen robar la esperanza”.
Igualmente, se refirió al "reto difícil de las próximas elecciones" que obliga a la cooperación honesta, y es preciso renunciar a sacar ventajas desleales. "Los electores no solo hemos de informarnos bien, sino cooperar creativamente para impedir ser manipulados".
Asimismo, llamó también a los fieles católicos y a las comunidades religiosas a acompañar la búsqueda de la reforma en el Perú, "ayudémonos a superar todo clericalismo y elitismo indiferente, todo autoritarismo y abusos contra los menores y la mujer, toda espiritualidad individualista, vacía, todo culto al dios dinero".
Monseñor Castillo pidió seguir a esa gran luz que iluminará nuestro futuro.
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