El brigadier de la Policía Nacional Alejandro Sánchez Solís, quien necesitaba urgentemente de ventilación mecánica por la infección generada por el nuevo coronavirus, murió a la espera de una cama con en la unidad cuidados intensivos del hospital policial Augusto B. Leguía, en el Rímac.
Él esperó cuatro días para que puedan conectarlo a un ventilador mecánico. Pero no resistió y falleció en este centro de salud.
“Estábamos buscando y buscando. Así pasaron un día, dos días, tres días, cuatro días y falleció. Falleció el día lunes”, contó su esposa en Latina.
Se contagió la enfermedad mientras trabajaba como policía, según su esposa. Desde hace 29 años se dedicó a cuidar a los ciudadanos, pero ningún representante de la Policía Nacional (PNP) lo ayudó.
Durante sus primeros días con la COVID-19, se le vio sentado mientras esperaba afuera del hospital que lo atiendan. “No lo apoyó nadie. No le encontramos cama UCI ni ventilador mecánico y todos estaban ahí agonizando”, afirmó.
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Luego, estuvo en un patio conectado a un balón de oxígeno, a la intemperie. “Pensé que tenían camas UCI. Nadie tienen nada. Todos entran y salen muertos y nadie dice nada. En el momento en que estuve ahí vi cinco muertos que salían”, mencionó su esposa.
Semanas atrás, cuando Gastón Rodríguez aún era ministro del Interior, inauguró un hospital temporal en el Augusto B. Leguía, centro de salud que es exclusivo para pacientes con COVID-19. Sin embargo, en los alrededores se observa a muchos familiares de policías esperando atención.