Ser maestro es una tarea sumamente difícil que requiere de mucho esfuerzo y dedicación. Hacerlo durante una crisis sanitaria resulta doblemente admirable.
Desde que se iniciaron las clases virtuales, miles de docentes han tenido que idear múltiples formas de enseñar a sus alumnos. Esta tarea en la zonas rurales es aún más complicada debido al poco acceso a Internet y a los equipos tecnológicos.
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No obstante, para Miriam Cabezas Flores esto no es así. Según precisa es una tarea “difícil pero no imposible”. A ella no le importa caminar durante horas para lograr que sus 16 alumnos de primer grado de la institución educativa 55006-11 Santiago Pata, en Apurímac, aprendan a leer y escribir.
“Los niños que tengo a mi cargo son nuevos en la institución. Para mí era muy difícil comunicarme con alguien que ni siquiera conocía o nunca lo había visto. Entonces lo que hice fue ir a buscarlos a sus casas y allí conocí las carencias de cada uno de ellos”, mencionó en diálogo para La República.
La profesora se volvió conocida luego de repartir varias cajas con materiales indispensables para el aprendizaje. Estos recipientes fueron hechos de materiales reciclados y contienen legos, letras sueltas, tarjetas léxicas, textos cortos, tarjetas de flash card y un morral con un cuaderno para que cada alumno realice sus dibujos.
Según cuenta, el 1° de mayo inició repartiendo algunos contenedores en las zonas más alejadas del distrito de Huancaray. Estos fueron entregados a tres de sus alumnos, que a su vez lo reparten, semanalmente, a otros tres más. Para ello ha colocado alcohol y otros elementos de desinfección, a fin de evitar contagios masivos de la COVID-19.
“Mandé a hacer contenedores a base de cajas de frutas recicladas. Mi hermano me las fabricó y les colocó llantitas para que así los alumnos puedan trasladarlo de forma más rápida. Empecé a entregarlo el 1 de mayo, sin importar que fuera feriado”, relató Miriam Cabezas.
La docente también ha implementado espacios en las viviendas para que los niños se sientan en el colegio. Ella, además, llama a los padres de familia - utilizando su propio saldo - para dictar las clases vía telefónica. Ella asegura que muchos de ellos no tienen fluido eléctrico ni radio para escuchar el programa ‘Aprendo en Casa'.
“Los llamo para la realimentación, no tenemos otro medio. Ellos escuchan las clases de Aprendo en Casa a través de la radio local, pero como no tienen computadoras, ni algún equipo electrónico para recibir imágenes o videos, entonces debo llamarlos. En unas de mis visitas me di con una gran sorpresa. Tres de las ocho viviendas no contaban con fluido eléctrico. ¿Cómo es que van a escuchar las clases si no tienen luz, ni radio. Por ello, además de llamarlos, les llevé lectura, algunos ejercicios y materiales”, reveló a La República.
Pese a las limitaciones que tiene, ella no culpa al Ministerio de Educación, pues considera que esta crisis sanitaria tomó por sorpresa a todos. No obstante, pide un mayor acceso a los medios tecnológicas a fin de aumentar el nivel educativo que reciben miles de niños de zonas rurales.
“Somos conscientes que la pandemia nos encontró cuando no estábamos preparados para este tipo de formación, más aún en el ámbito rural. Agradezco a los padres de familia, porque ellos ahora son los profesores en sus casas, sino fuera por ellos sería más complicado (...) Lo único que pediría al Minedu es que vean la manera en que podamos tener el acceso a los medios tecnológicos en las zonas rurales, porque así podríamos realizar un mejor trabajo”, finalizó.
Su experiencia ha sido compartida con otros colegas que participan en la Red de Docentes Innovadores que impulsa el Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación Peruana (FONDEP) con la finalidad de replicar estas buenas prácticas.