José Salcedo
El cuerpo estaba siendo enterrado en un ataúd negro en el cementerio de Paucartambo. La gente lloraba la partida de Justa. Cipriano deseaba ver por última vez el rostro de su madre. Avanzó hasta el féretro, tocó el madero y vio un rostro de una muerta desconocida.
Un sobresalto convulsivo agitó a Cipriano, una especie de explosión desesperada y de rabia. El cadáver de Justa había sido reemplazado por el cuerpo sin vida de otra mujer, Julia. Cipriano se había llevado a su tierra el cuerpo equivocado y estaba enterrándola pensando que era su mamá. El sepelio tuvo que suspenderse.
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- Esa muerta no era mi mamá—contó Cipriano.
Cipriano cogió el cuerpo ajeno y lo devolvió a la morgue del Cusco. De inmediato buscó el cadáver de su madre, pero había sido entregado a la familia de Julia. El cuerpo estaba también a punto de ser enterrado en el distrito de Tinta, provincia cusqueña de Canchis. Justa y Julia iban a ser enterradas por desconocidos y en tierras extrañas, que quizás jamás conocieron en vida.
El intercambio del cadáver ocurrió posiblemente en la morgue, según el representante de la Defensoría del Pueblo Alan Díaz Carrión. “Que las autoridades de salud vean el caso, se investigue, se sancione si es que hay responsables y que no se vuelva a cometer algo así”, observó Díaz. En la morgue no siguieron los protocolos para la entrega de un cadáver.
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Cipriano viajó hasta Tinta para recuperar el cuerpo de su madre y retomar el sepelio suspendido. El cuerpo ajeno se quedó en la morgue. El hijo recuperó el cuerpo de su madre y en algunas horas –o quizás ya mañana Jueves Santo- podrá enterrarla en Paucartambo, bajo la mirada y con la bendición de la Mamacha del Carmen.