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Sociedad

Viñetas de la primera semana

“En esta primera semana de cuarentena las viñetas parecen contradictorias”.

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Viñetas de la primera semana

En esta primera semana de cuarentena las viñetas parecen contradictorias: noticias que se neutralizan unas a otras, sentimientos encontrados que se salen de la ruta, revelando un espectro amplísimo de viveza criolla, discriminación y también solidaridad. Todo eso somos los peruanos.

Los porteros y las mascotas.- Debe de haber sido difícil para el personal de noticieros de TV cubrir y, casi al mismo tiempo, procesar la Emergencia Nacional declarada el domingo pasado. Al minuto afloraron las solidarias preocupaciones por los propietarios de edificios, que quedarían desguarnecidos sin “personal de seguridad” (léase porteros). Se transmitió también la preocupación de televidentes sobre el paseo de sus mascotas. En una demostración de generosa coherencia, el mismo canal de televisión entrevistó a vendedores ambulantes respecto de la Emergencia. Una fue categórica: Si no trabajo, mis hijos no comen al día siguiente, aseguró.

Solidarios pero no tanto.- O nadie trabaja o algunos sí. Discusión en las redes: por qué tienen que ir las empleadas domésticas y niñeras a trabajar si madres y padres están en cuarentena y ellos pueden hacerse cargo por un par de semanas. Refunfuños porque el gobierno no sólo prohibió despidos sino que los trabajadores sigan recibiendo su salario: ¿no van a trabajar y hay que pagarles su sueldo? Ahí nomás se diluyeron Silvio Rodríguez y la revolución.

La señora Hilaria.- Mientras la señora Hilaria, trabajadora de limpieza pública, pese a sus años sigue barriendo el malecón con guantes, mascarilla y dedicación, una empresa de cerveza siguió operando y, según el sindicato, ordenó a sus trabajadores a camuflar su producción entre los productos permitidos como el agua y la gaseosa. Otra compañía, una aérea, que aumentó irreverentemente sus tarifas, agradece a sus “colaboradores” por aceptar una reducción del 50% de sus salarios.

Agua y jabón.- Diez días atrás, el presidente Vizcarra visitó una escuela pública en Piura, y posó ante cámaras enseñando a un pequeño a lavarse las manos, con agua y con jabón. Casi al mismo tiempo, La República informaba sobre la desazón de los pobladores de Chincha, sin agua potable desde hacía dos meses. La gente compraba el agua y lavaba su ropa en acequias. La Defensoría del Pueblo, mientras tanto, identificó decenas de colegios que o no tienen agua o la tienen sólo por horas.

Hogar dulce hogar.- Los mensajes de estos días exudan amor. La cuarentena, aseguran, servirá para fortalecer los lazos familiares, jugar con los niños, cuidar a los abuelitos, recuperar el diálogo con las personas que amamos. No faltan las feministas aguafiestas que recuerdan que los feminicidios suelen ocurrir dentro del hogar, que el agresor casi siempre es la pareja y que son parientes cercanos los que, en su mayoría, abusan sexualmente de las niñas. Mucho almíbar: llama a la Línea 100 si estás obligada a convivir con el abusador.

Los vulnerables.- Una larga cola de hombres y mujeres de tercera edad, población vulnerable le dicen, serpenteaba ante una posta del MINSA para vacunarse contra el neumococo. Así, si te contagias del coronavirus, te puedes morir de otra cosa pero no de neumonía. Ante pocas dosis disponibles, estaban todos apretujados en la espera, porque era eso o pagar más de cien dólares por la vacuna en una clínica privada. Un médico del Centro comentó: “Acá la gente viene a vacunarse contra la neumonía y sale contagiada del coronavirus”.

Gracias.- Al personal de salud. Se vienen tiempos difíciles.