Federico Rosado
Docente
Hoy domingo termina en Arequipa el festival auténticamente cultural más importante que se hace en el Perú desde hace cinco años.
Y no es etnocentrismo, ombliguismo arequipeño. Es la verdad. Por tres días, la ciudad mistiana se convierte en un escenario múltiple de personas inteligentes que hablan y escuchan sobre literatura, música, periodismo, arte, ciencia, ambiente, cine, teatro, derechos humanos y gastronomía.
El Hay Festival es eso: personas que inteligentemente se hablan y se escuchan.
El año pasado casi 30 mil personas se desplazaron por el centro histórico arequipeño, persiguiendo charlas, entrevistas, paneles, urgidos de ver y oír a su personaje favorito o simplemente a disfrutar con las palabras de un tema predilecto.
Al igual que el año pasado, he visto colas, tan parecidas a las de un partido de fútbol o las que se hacen para tramitar el brevete. No es Buenos Aires, Sevilla, París, Berlín, Nueva York. Es Arequipa.
Y si bien la cartelera del Hay Festival 2019 es notable, debo reconocer la organización. Absolutamente “made in Arequipa”. Con un regimiento de jóvenes que le ponen corazón al ordenar las sillas, limpiar una mesa, arreglar un afiche, colocar un micrófono, tomar fotografías. Por supuesto, con la dirección de un matriarcado eficiente y exigente.
El año pasado participé modestamente como moderador y debo confesar que nunca sentí una experiencia similar, nunca vi tanta atención y seriedad de los espectadores. Este año me di una vuelta por una conferencia y palpé de nuevo esa sensación.
Y bien por el Gobierno Regional de Arequipa que invierte dinero contante y sonante, y bien por las empresas y universidades arequipeñas que también aportan de la misma forma.
Qué bueno. Eso hace sospechar que en Arequipa siempre Hay Festival.