Turismo y patrimonio mundiales

Eduardo Ugarte y Chocano

Periodista

El 27 de septiembre de 1980 se celebró por primera vez el Día Mundial del Turismo con el tema “La contribución del turismo a la conservación del patrimonio cultural, la paz y el entendimiento mutuo”, tal vez intuyendo el peligro que esta industria global significaba para el patrimonio mundial. Digo “intuyendo” porque desde hace cinco años en Europa ha aumentado la protesta por un turismo que afecta su cultura y no permite vivir en paz por una conducta que mella su calidad de vida y la identidad de sus ciudades.

Como ejemplo están las marchas en Barcelona con carteles como el que dice “Fuera turismo de borrachera”, o Lisboa antigua, cuyo pequeño centro histórico no es para el turismo masivo, y abandonan los vecinos por la bulla y la basura que se expresa en: “Turistas: respeten el silencio portugués o vayan a España”. No sirvió el tema de 1996: “Turismo: un factor de tolerancia y paz”.

En Venecia se controla el ingreso de turistas a un centro que parece una Disneylandia italiana; y en Roma el turismo ha provocado que los restaurantes sean de pésima calidad y alto precio; como en Lisboa es grande la venta de cerveza barata y souvenirs hechos en China. En varias ciudades de Europa han obligado a que los buses de turistas sirvan fuera de sus centros históricos (ver revista La Ciudad N° 36).

A todo esto se ha sumado el uso excesivo e inoportuno de las cámaras fotográficas de los móviles de los turistas. Así, por tomarse un selfie –“masivo, insensible, egoísta e incívico”- un grupo de turistas ha derruido parte del “Muro de Adriano”, lo que no hicieron en casi 20 siglos los ejércitos ni la naturaleza. En el Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa, un turista, mientras intentaba sacar una foto tropezó con una talla del arcángel San Miguel del siglo XVIII destrozándola (ver La Ciudad N° 43).

El tema del Día Mundial del Turismo de 1999 fue: “Turismo: la preservación del patrimonio mundial para el nuevo milenio”, en que se discutió el peligro sobre el que escribo, por eso, ¿tal vez el tema del 2020, cuando se cumplan 40 años de la celebración, volverá a ser el patrimonio, pero esta vez no sobre su conservación, sino sobre su pérdida?