Niños, niñas y adolescentes estaban expuestos a la mendicidad, trabajo infantil, vida en calle o explotación sexual. Hoy participaron de un show navideño y regalos. Día, tarde y noche, los educadores de calle recorren diferentes puntos del país para ubicar a esta población.,500 menores que vivían en situación de riesgo en calles de Lima y Callao reciben ayuda,Nicolás tiene sólo 11 años, pero parece un adulto. Vivía en una plaza de Vitarte con sus papás y sus tres hermanos menores y tuvo que aprender a sobrevivir en la calle: Durante el día salía a vender golosinas, mendigaba por las esquinas y los fines de semana cuidaba carros. “Qué linda niña, como cuida a sis hermanitos”, “mejor que esté trabajando que vagueando en la calle”, “trabajar de niño lo ayuda a estar mejor preparado para el futuro”. Son frases que se escuchan y pasan desapercibidas todos los días, pero para algunos especialistas constituyen el cimiento cultural sobre el cual se erige el trabajo infantil en el país. PUEDES VER: Navidad: Alternativas saludables para reemplazar el exceso de azúcar en los niños Nicolás es uno de los 500 niños y adolescentes que vivían expuestos a distintas situaciones de riesgo en las calles de Lima y Callao y que con gran alegría participaron en un show navideño organizado por el voluntariado del BBVA Continental, con el apoyo de un grupo de líderes de la Asociación Cristiana de Jóvenes. Los menores entre dos y siete años de edad que son parte del Servicio Educadores de Calle del Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif) del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), son una muestra de la labor que desempeña este sector del Estado para garantizar el respeto de los derechos de todos los niños y adolescentes. Varones y mujeres reciben la ayuda de los Educadores de Calle, el grupo de especialistas del MIMP que acompaña a los menores de edad y que trabajan con sus familias, para lograr que sus hijos abandonen las calles y eviten exponerse a la mendicidad, trabajo infantil, vida en calle o explotación sexual. Día, tarde y noche, los educadores de calle recorren diferentes puntos del país, para ubicar a esta población, luego los ayuda a acceder a la salud, educación, identidad, alimentación y demás derechos.