Por Raúl Tola El martes, al reconocer su derrota, Lourdes Flores Nano terminó extraoficialmente con estas elecciones municipales, que tanto llegaron a parecerse a una pocilga por insultos y manipulación, y que la inutilidad de la ONPE a la hora de contar votos y del JNE en el momento de resolver impugnaciones, terminó por llevar a extremos de suspenso y tensión nunca antes vistos. Cerrado este capítulo, se abren las puertas a un nuevo escenario político para las candidatas finalistas. En primer lugar, como bien dice Mirko Lauer: “Quizás no es exageración afirmar que el pulseo con Susana Villarán ha relanzado la carrera de Flores a la presidencia”. Lourdes ha demostrado ser la figura más carismática de un partido con cara de palo, su casi 40% en Lima es un 10% de la votación nacional, y en una próxima campaña nacional no tendría que enfrentar a Alan García, la bestia negra del PPC en 2001 y 2006. Pero quien mayores responsabilidades afrontará es Susana Villarán. En cuanto asuma su cargo, la nueva alcaldesa de Lima deberá demostrar madera para hilar fino y navegar contra la corriente. Un mal comienzo son sus declaraciones de esta semana, donde pareció insinuar su esperanza de que, con el fin de la elección, terminarían los ataques en su contra. Lo lógico es que ocurra lo contrario. Ya empieza a verse que, luego de un repliegue estratégico, la derecha más rudimentaria y sus mastines mediáticos emprenden una ofensiva redoblada. A estas alturas queda claro que los sectores más conservadores y mercantilistas nunca entenderán que, también para ellos, la aparición de Fuerza Social es una excelente noticia. A pesar de algunas alianzas muy inconvenientes, Fuerza Social es un partido muy distinto de aquellos anacronismos del reciente “Segundo encuentro de la izquierda peruana”, y sin duda de los grupos subversivos con los que, en un caricaturesco ejercicio del periodismo, se le comparó en las municipales. Qué mejor que el descontento sea canalizado por un partido democrático, que abjura de dinosaurios como Fidel Castro y marca distancias críticas de Hugo Chávez y ese engendro ideológico que es el “socialismo del siglo XXI”. Solo aquellos intransigentes, que postulan un mundo unívoco y prefieren la imposición antes que el debate, pueden lamentar la aparición de un interlocutor que, desde la izquierda, cuestiona las viejas prácticas socialistas. Pero las dificultades para Susana Villarán no solo llegarán del exterior. Una prueba de ello fue la rabieta de Nílver López –uno de esos “aliados” que tanto se le cuestionó en la campaña–. Al exigir la aplicación del plan de gobierno que, según dice, trabajaron juntos el Sutep y Fuerza Social en el sector educación anticipó que en los años venideros no será un cómodo observador de la gestión edil, sino un compañero de camino bastante quejoso, y hasta incómodo. PD: Toda mi solidaridad con José Alejandro Godoy, víctima de la prepotencia de Jorge Mufarech y de la indecencia de la jueza Flor de María La Rosa La Rosa, que lo condenó a tres años de prisión suspendida y a una millonaria reparación civil en contra de toda lógica y sin dignarse a sustentar su fallo.