Por Humberto Campodónico. Humberto Campodónico. Para el gobierno, las protestas sociales no se justifican "porque el país está creciendo" y "las cosas están mejorando para los trabajadores". Por eso, dicen que "las protestas no tienen ninguna justificación", o sea, tienen "una motivación política". Pero las recientes estadísticas del INEI sobre "PBI por tipo de ingreso" (ahora con datos al 2006) dicen otra cosa. Así, del 2003 al 2006 ha bajado la participación de los salarios en el PBI de 25% a 21.8%. Ojo, esos años son, justamente, los de recuperación del crecimiento económico: del 2002 al 2006 el PBI aumentó nada menos que 32%. Esto quiere decir que si bien crece el PBI, decrece la participación de los salarios en la torta del ingreso nacional (PBI). Lo inverso sucede con las ganancias empresariales, pues el excedente de explotación pasó del 58.7% al 62% del PBI del 2003 al 2006. Se corrobora que los empresarios están obteniendo utilidades netas extraordinarias y sí se benefician del crecimiento económico. Por eso, bien visto el gráfico, del 2003 al 2006 la desigualdad se ensancha como boca de cocodrilo. La participación de los salarios ha venido bajando desde los 70, cuando bordeaba el 40% del PBI. La pérdida más importante con la hiperinflación de 1987-90, bajo García: los salarios quedaron en solo 32% del PBI. Después, con el fujishock de agosto de 1990 se produjo otro agudo bajón de 1991 a 1993. De 1993 al 2003, se estanca la participación de los salarios en el "fondo del pozo", para después volver a caer. Una adecuada política socialdemócrata, o de "cambio responsable", debiera pugnar por una mayor equidad. Pero no. Solo se escucha la prédica de la derecha económica, que insiste en los "sobrecostos laborales", que no hay que subir el miserable salario mínimo (a pesar de que ha aumentado la productividad) y que bloquea desde hace 6 años la promulgación de la Ley General del Trabajo. En Argentina, por ejemplo, no sucede lo mismo. Si bien los salarios bajaron con la crisis de 1998 y, después, con la devaluación de fines del 2001, hoy han recuperado posiciones y están en 28% del PBI, lo cual sigue siendo bajísimo. No hablemos, por favor, de los niveles europeos o de EEUU, donde la participación salarial supera el 50% del PBI –y en algunos países el 60%–. En valor monetario, la pérdida salarial de los trabajadores peruanos es inmensa: en el 2006 el PBI fue S/. 302,000 millones. Si los trabajadores hubieran participado con el 30% (como en 1991), les hubiera tocado S/. 91,000 millones. En cambio, con el 21.8% del 2006 solo reciben S/. 66,000 millones, es decir, S/. 25,000 millones menos. Así como lo lee, aunque usted no lo crea. Alan García, principal responsable de la pérdida salarial en el PBI durante su presidencia del 85-90, debiera ser el principal interesado en que esta vuelva a aumentar, lo que apuntalaría el crecimiento económico y, lo más importante, podríamos crecer y a la vez redistribuir el ingreso nacional. Pero no le interesa. Parece que está contento con la situación actual: hay crecimiento económico, pero no redistribución porque las ganancias se las quedan unos pocos, sobre todo las grandes empresas mineras y petroleras. ¿Qué les parece? Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com