
¿Por qué estás tan molesto, tan harto?
¿Por qué no? O sea, ¿cómo no estar molesto?
¿Es imposible?
No, yo creo que mucha gente puede tener calma para ver las cosas, pero a mí esa calma justamente es lo que me exaspera. Y no solamente es que me exaspere la situación, sino que también me exaspera la grandilocuencia y la impostura de mucha gente ante un estado de cosas como este. Es como esas frases vacías sobre la majestad del Congreso.
¿Y estás convirtiendo ese hartazgo en humor?
No es una intención deliberada, creo que en alguna medida siempre lo he hecho. El humor en el colegio es una manera de sobrevivir. Pero no sé, en mi familia siempre se hacían chistes. Y ahora tengo que hacer un ensayo sobre eso y no sé cómo hacerlo.
¿Un ensayo sobre qué?
Julio Villanueva Chang me ha pedido un ensayo sobre el insulto. Y yo pensaba en la construcción del apodo. La gracia es poner un adjetivo gracioso, ¿no? Para mí es un hobby. Cuando me aburro, si voy a la calle, intento ponerles apodos a las personas. Pero ese es un ejercicio más de creatividad, ahí yo no estoy tratando de sobrellevar la rabia. Yo no sé, además, si en las transmisiones en YouTube soy yo o si ese es un personaje, y no sé cuánto de ese personaje sea yo.
¿Cómo defines lo que haces? Porque hay gente que puede entender que eres un científico social que se toma muchas licencias para transmitir cada día en YouTube, y otros simplemente te ve como un troll. ¿Qué eres exactamente?
No sé, a ver. Tengo varios grupos de amigos, que no se juntan, que hacen cosas diferentes. Los amigos que hice en el periodismo, en el tiempo que estafé ahí. Los que escriben, que son otros marcianos. Los que hacen política. Los politólogos. Los tontos de Twitter. Los Sifuentes. Los streamers, que son otra vaina. Entonces yo no sé si sea todo eso. Porque históricamente yo quería ser politólogo. En esa entrevista del 2011 de la que hablamos antes de esto, yo quería tener el doctorado, y al final terminé haciendo una maestría en escritura creativa.
Pero no me has respondido, ¿qué eres? ¿O qué sientes que eres?
Bueno, allí tuve la primera gran duda de qué era. Yo sabía qué era antes de irme (a la Universidad de Nueva York), era politólogo y hacía periodismo de hobby. Y estando allá me dijeron: Pero tú eres escritor, estás en una maestría de escritura creativa. Y yo decía que no. Lo que asumí es que había como compartimentos estancos. O sea, soy el politólogo, salgo de la casa y entro a la casa del periodismo, y luego entro a la casa del escritor. Pero luego dije: Huevón, todo funciona a la vez, y ahí es que esa pregunta me la dejé de hacer. Y ahora está el internet, que es una continuación de todo eso. Entonces, en mi cabeza todo es un conjunto, y una vez que separé esas paredes, también se redujo mucha de la ansiedad y preocupación. Porque responder eso de “¿qué eres?”, es bien pesado, especialmente acá en el Perú. Cuando escribo en un Word mi cabeza suele ponerse en un modo más serio. Cuando prendo la cámara, en lo que se ha convertido mi trabajo, entro con un personaje diferente. Cuando respondo a una entrevista como ahora, también. Aunque depende de la pregunta. O sea, si me dices: ¿Verías a Pedro Salinas un sábado en la noche? Respondería de otro modo. (Se ríe con ganas). Y eso también te habla del país, porque si el país fuese más serio, yo también tendría un modo más serio de abordarlo. O sea, no vas a una pollada con terno.
Estábamos hablando de lo que te molesta. ¿Qué es lo que más te molesta de esta primera parte de la campaña electoral?
Diría que la ausencia de oferta sobre la cual tengo que elegir. Pero a la vez no hay nada que me moleste todavía, porque estoy como preparado para lo que venga más adelante. Porque la frontera entre lo que te molesta y te divierte puede ser muy muy tenue. Es como Alfredo Barnechea. ¿Me molesta? Sí. Pero más me da risa. Me molestan sus poses de virrey, de señor, de gamonal sin caballo. Pero la verdad es que también lo disfruto. Yo veo eso y digo, qué maravilla.
Tu penúltima columna en Hildebrandt abordaba el tema de Rafael Belaunde, al que pintabas como el ahijado de alguien, que depende de sus conexiones familiares para lograr cosas en la vida. ¿Hay muchos de esos personajes en esta campaña?
¿Quién más? Debe haber alguien a nivel congresal. Adriana Tudela, aunque tiene como cierto valor propio.
¿Espá?
Espá no tiene ningún sentido que esté ahí. O sea, el carisma no es un buen medidor, porque López Chau es un buen candidato, pero tiene el carisma de un mango seco en invierno. Pero Espá, ya cuando hizo Hora 20 tú decías, ¿qué hace este en Hora 20? Era un maniquí que debía estar vendiendo ternos en el Centro de Lima, saliendo de La República. O sea, él ni siquiera debería haber dirigido un programa en televisión. Era de las cosas más tristes que uno podía encontrar. Igual el Perú político se ha democratizado bastante, con todo lo que eso implica. Entonces, también tienes un Luna, un Acuña, que son personas de origen humilde, pero que hacen dinero con medios poco santos y empiezan a comprar gente. Quizá ellos son más el Perú que Belaunde. Y ahí sale esa culpa de la izquierda por decir: “No, pero es que ellos son cholos”. Y obviamente lo son. Pero los cholos podemos ser malos también.
PUEDES VER: Congreso: más de 130 millones de soles fueron destinados a cuatro oficinas lideradas por Fuerza Popular

Ahora, en esa misma columna que te he mencionado, defiendes a Mirta Vázquez. ¿Qué es eso? ¿Un reflejo un poco paternalista con la izquierda?
No, yo sigo siendo de izquierda.
Tú fuiste militante hasta el 2011.
Sí.
¿Y qué tipo de militante fuiste?
Un militante de verdad, el que hace trabajo de base todas las semanas. En realidad, yo quería hacer política todo el tiempo. Fui un militante leninista en el sentido estricto del término. Y al ser un militante de verdad te das cuenta de que la política real es muy diferente a la que veías en las aulas. Es bastante muy buena, pero también es muy mediocre, y muy sobona.
En tu carta de renuncia al Partido Socialista dices: “Considero que los dirigentes históricos del partido, y por ende de la nueva izquierda, han fracasado como generación”. ¿Sigues pensando así?
Sí. Pero, a ver, qué me molestaba. Cuando la dirigencia política tenía errores, yo no tenía dónde criticarlos, porque me decían que “la crítica se hace al interior, compañero”. Entonces me abrí un blog en La Mula, publiqué, y me quisieron votar. Y yo dije, que me voten. Es que no había un medio interno para criticar a los dirigentes entre comillas históricos o de peso. Y ya había publicado antes, en Anticandidatos, pero como la gente no lee libros, no se dieron cuenta.
Ahora, ninguna izquierda aparece con más del 2% en las encuestas ¿Eso te sorprende?
No, porque el que tiene más es López Oliaga, que llegará al 9 o 10%. Es una pelea de pitufos. Es normal en un país que no quiere a nadie.
A veces eres un poco canalla con Verónika Mendoza, preferirías que no postule a nada, nunca.
No, Verónika Mendoza me parece una de las mejores cosas que le pudo pasar a la izquierda. Y cuando yo interactuaba con ella, mi primera reacción fue decir: Qué inteligente y qué capacidad de trabajo tiene. Tenía una pizarra llena de cosas y sabía exactamente cada cosa que tenía que hacer. Y era súper chancona y demostró en el 2016 que tenía un carisma que la izquierda no había mostrado en muchísimo tiempo. Toda esa cosa que yo quería renovar, Verónika lo hizo, pero también lo terminó cancelando. Y quizá por eso es que me molesta.
¿Es el reclamo que tú le haces a una persona que consideraste mucho tiempo tu candidata?
No, no tanto que sea mi candidata, hay un punto en el cual yo ya no tengo candidatos.
¿Te quedan amigos en la izquierda?
Sí, claro. Me quedan. Pero no sé por qué no les hablo. Creo que ser politólogo te da una distancia. Y yo creo que Verónika tiene mucha mayor capacidad que el resto, pero siento que empezó a fallar muchísimo, a tener errores bastante grandes, quizá por actitudes que pueden ser maternales. Al final tiene un cogollo que es casi familia de ella, muy cerrado. Entonces, cuando tienes a alguien con mucha capacidad y los resultados son muy pobres, que es una cosa bastante peruana, la frustración es más grande. Eso hace que me moleste.
PUEDES VER: JEE declara inadmisible fórmula presidencial de Avanza País: partido tiene 2 días para corregir errores

¿Por qué terminaste trabajando para Fernando Zavala? ¿Eran ganas de saber cómo funciona la tecnocracia en el poder?
Tres personas me escribieron en una semana, dos politólogos, un periodista amigo, para ofrecerme puestos. Me habían recomendado a Fernando Zavala para cargos en la Presidencia del Consejo de Ministros. Uno era escribiendo discursos, otro era encargado de comunicación y otro era analista político interno. Y yo dije no. Mis principios revolucionarios iban en contra de ese gobierno burgués (se ríe). Pero pasó el tiempo y me quedé con una idea. En el ámbito político hay mucho por hacer y siento que algo me terminó picando por ese lado. La razón principal era aprender del Estado y del funcionamiento de la política a un nivel alto. Y cuando se lo pregunté a gente que no era de izquierda, incluso a una que sí lo es, me dijo: Acepta, porque nosotros en la izquierda no sabemos cómo hacer un discurso de investidura, nosotros no sabemos cómo funciona eso, porque no hemos estado allí. Aprende y después serás útil.
Para la revolución.
Claro (se ríe). Mira, yo hablo de varias cosas, soy politólogo, tengo mis columnas, pero yo no sabía cómo funciona la Presidencia de la República. Y eso lo notaba al escribir la biografía de Velasco. Los militares siempre dicen: Una cosa es con guitarra, otra cosa es con cajón. Bueno, quería saber cómo era el cajón. Y ahora, en perspectiva, fue una gran decisión.
Como aprendizaje.
Sí, claro. A ese nivel los vínculos eran muy informales, la Confiep no se iba a reunir con PPK a Palacio. Se iban a la casa de playa, seguramente un fin de semana, conversando, jugando tenis, y allí hablaban un par de cosas y tenían los acuerdos. Había muchas redes informales, y la gente era mucho menos preparada y avispada de lo que yo suponía. Entonces, todas las conspiraciones que supones que existen se te caen. Y en ese escenario hacer las pendejadas también es más fácil. Todo eso lo conocí y lo entendí mucho mejor ahí.
¿Cuál es el rasgo más característico de los candidatos de derecha hoy?
Qué difícil. Diría que la profunda mediocridad, pero creo que se extiende a todos. Se ha mediocrizado mucho la derecha, sí. Pero, nuevamente, es generalizable. Porque no es que con la izquierda todo el mundo diga: ¡Wow, allí está Chomsky! Porque tú miras a los candidatos de hace 10 años, miras a Julio Guzmán y dices, caray, de ese pata nos burlábamos. Y tú miras ahora y dices, vaya, qué mal. Hasta Keiko se ha mediocrizado, es como una villana de serie B. Ha pasado de chavetear a Humala a estar detrás de Jerí y Dina Boluarte.
¿Y a la derecha le van a funcionar todavía los discursos del tipo “estamos peleando contra el enemigo comunista, contra la conspiración caviar, contra el modelo globalista”?
No, además que eso no funciona. Te funciona con un grupo muy chico. Lo que para la izquierda es la Asamblea Constituyente, que cree que sirve para algo y solamente es para los convencidos, para la derecha es su pelea contra el caviarismo y la agenda woke. Está claro que hoy la discusión es por seguridad, y hay un tema económico también. Pero la principal derecha, que es la de López Aliaga, está en cualquier otro lado.
¿Qué es lo nuevo de esta elección? ¿que la campaña se está haciendo en canales de streaming, que los mejores voceros de los candidatos son sus abogados, o que a nadie le importa lo que hace Jerí?
Que casi no hay medios escritos también, porque si pasa eso y los medios televisivos son tan poco relevantes, los políticos ya no tienen que responder. A mí me sorprende que hayan ido a responder a canales de streaming, me parece que lo más sensato para muchos de ellos es crearse su canal y responderse a sí mismos. La capacidad de confrontar a un candidato ahora es mucho menor, porque pueden perfectamente no responder a medios entre comillas tradicionales, que tenían un peso diferente; y por otra parte ya no les importa. Antes un titular los asustaba, ahora se ríen de una noticia contra ellos. La conchudez es mucho mayor. Eso es lo novedoso, creo. Aunque no sé. La gracia de los politólogos es que nunca acertamos.
Lanzaste este show que narra las últimas semanas de Fujimori en el poder, ¿qué es realmente? ¿es un esbozo de comedia o su intención es advertir de lo difícil que es sacar a un régimen que ha copado todo a las instituciones?
Yo creo que la intención inicial era decir, veamos cuando sí pudimos sacarlos, como quien levanta el ánimo y se ríe. Cuando lo iba haciendo, ya tuve esa sensación, de que todo en el 2000 fue muy difícil, y tomó tiempo. Pero a la vez te das cuenta de que hubo algo de chiripa. No necesariamente necesitaron un gran ejército y un gran general ganando todas las batallas. Fue (Matilde) Pinchi Pinchi quien se llevó el video (Kouri-Montesinos), porque era la amante de Montesinos, y estaba molesta porque él la corneaba. Como todo es tan desestructurado en el Perú, hubo mucho esfuerzo en el 2000, pero el azar también tuvo un rol muy importante. Es como ahora, hay un pacto que tiene el control de las instituciones y es muy difícil sacarlo, pero quizá si le dicen emerretista tres semanas más a López Chau, lo convierten en Lenin y termina ganando.
¿Cuándo vas a terminar el libro sobre Velasco?
He soñado esta semana con eso. No tengo nada escrito. O sea, tengo dos cuentos, una novela a medio hacer. Sí, hay algunas cosas escritas, pero el libro como tal… ese es un tema que vi en terapia.
¿Fuiste a terapia por el libro?
No, por todo lo profesional. Es que un rasgo mío es hacer cosas y no acabarlas. Aunque mis cosas inacabadas son las más largas y las más fructíferas. Por eso el programa surgió así. Si yo lo preparaba, nunca lo hubiese hecho. Un día me compré una cámara e hice el streaming, todo me tomó tres horas. Lo tenía preparando cuatro meses y nunca pude, porque me parecía que iba a salir mal. Con el libro es lo mismo, todo el tiempo siento que va a salir mal, que no va a estar a la altura de lo que yo deseo. Además, tengo problemas para detallar cosas grandes, por eso hacer reportajes me parecía tan buena idea. Porque primero eran tres mil palabras, luego tenía a Hildebrandt presionándome todos los días, y el jueves era mi deadline. Pero el libro no tiene deadline.
¿Ya no tienes alguien que te presione?
No, mi editor de Random House ya se rindió. Jerónimo Pimentel se rindió hace muchos años. Eso lo he visto en terapia. Siempre tengo esta frase, que es falsa: Mi temor es morir y que me digan: aquí están tus borradores. Y es falsa, porque cuando he soñado que moría, hace un par de años, lo único que quise tener es como una media hora extra para llamar a gente y despedirme.
¿Tenías sueños recurrentes sobre la muerte?
Tengo pesadillas recurrentes hace año y medio. ¿Cuándo empezó? Cuando dije: mañana, que era como que 1 de abril, me voy a poner un deadline de un mes y medio para acabar el libro de cuentos. A partir de ahí tuve episodios de pesadillas diarias que han durado hasta ahora. Pero no son pesadillas como de que se me acerca alguien, son pesadillas como de baja ansiedad, las cosas inacabadas, eso.
Pregunta final, ¿por qué odias tanto al LinkedIn?
Porque el LinkedIn es como la versión web de la pomposidad. Y la pomposidad me parece espantosa. La pomposidad es por definición falsa, pero hay un tipo de pomposidad que es extremadamente falsa, tetuda, performativa y huevona, y el LinkedIn lo resume. Y en el Perú más todavía. Y dar la contraria es un placer, hacer lo que el resto no hace. Y creo que ahora en el streaming me pasa eso. Cuando salió el programa, estaba la rabia y todo eso. Y lo hacía justamente porque nadie en el streaming mostraba emoción. Todos eran Marco Sifuentes, muy medidos. Marco se toma un clonazepam y empieza La Encerrona: Noticia 1, Noticia 2. Pero no. ¿Dónde cree que está? ¿En Alemania? Pero ahora que todo es emoción pura en el streaming, a mí me está dando por dar la contra. Ahora que todo es pura emoción, puro insulto, pura diatriba, yo me siento Rosa María Palacios.
O Carlos Espá.
¡Tampoco tanto! Pero sí, ahora me dan ganas de ser tranquilo y sosegado. Porque la emoción pura ya me parece muy vacía.

CINEPLANET: 2 entradas 2D + 2 bebidas grandes + Pop corn gigante. Lunes a Domingo
PRECIO
S/ 47.90
ALMUERZO O CENA BUFFET + Postre + 1 Ice tea de Hierba luisa en sus 4 LOCALES
PRECIO
S/ 85.90
CINEMARK: Entrada 2D - opción a combo (Validación ONLINE o mostrando tu celular)
PRECIO
S/ 10.90
PERULANDIA: 1 Entrada +Vale de 30 soles + bosque encantado + piscinas + Perusaurus en Huachipa
PRECIO
S/ 49.90