Giancarlo Navarro, natural de Lima, se trasladó a Cajamarca en 2004 para trabajar y se mantenía informado de la coyuntura política a través de internet. En 2009, al surgir la candidatura de Keiko Fujimori, se preocupó por la posición favorable en las encuestas y su intento de reivindicar la figura de su padre, Alberto Fujimori. Navarro recuerda que Keiko hablaba de liberar a su padre y minimizar los crímenes cometidos, atribuyéndolos a Vladimiro Montesinos. Como participante de las movilizaciones de los 90, Navarro considera que el fujimorismo no es una propuesta democrática. Por ello, en mayo de 2009, decidió crear un grupo en Facebook que rápidamente se convirtió en la página "No a Keiko".
-Pensaban que ella podía ser una propuesta tan antidemocrática como lo fue su padre.
Era como repetir un plato que ya estábamos viviendo con Alan: un desastroso primer gobierno, regresa al prescribir sus delitos y gana. Mi sensación era: están trapeando el piso con la memoria de los peruanos. El que sabe lo que fue el primer gobierno de García nunca votaría por él. Y después venía Keiko. El fujimorismo, en términos de daño al país, fue más perjudicial que el primer gobierno de García, que nos dejó en la ruina. Porque los daños que ha dejado el fujimorismo hasta el día de hoy los vivimos. Al fujimorismo se le tolera como si fuera una práctica saludable convivir con figuras antidemocráticas.
-Luego, la página se convirtió en un colectivo.
Todo empezó en Facebook. En esa época, los grupos de Facebook eran más como unos foros de discusión. Facebook te permitía encontrar a otras personas, te mandaba sugerencias. A las personas de mi universidad, con las que había marchado, les pedí que se sumen al grupo y ellos llamaron a otros. En un primer fin de semana llegamos a 200 miembros, luego fuimos mil, y en un mes 5.000 miembros. Había una lectura compartida de la situación, una preocupación que nos animaba a hacer algo. Cuando Facebook lanza en setiembre del 2009 la opción de tener una página, salimos como No a Keiko. En menos de un año teníamos 60.000 seguidores. Y antes de la campaña del 2011 éramos más de 100.000.
Giancarlo Navarro. “El fujimorismo no es democrático”. Foto: difusión
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En las tres últimas elecciones, Keiko Fujimori pasó a segunda vuelta. Y No a Keiko ha estado presente en redes en cada campaña, adaptándose a los cambios digitales. Giancarlo explica que la esencia de No a Keiko está en redes sociales, aunque entre 2011 y el 2016 el ecosistema digital cambió totalmente. Todos los partidos, los líderes de opinión, los candidatos; todos entraron a las redes sociales. Eso no ocurría el 2011. “En ese entonces era como que teníamos el monopolio de la conversación política, un tuit podía ser tendencia en una hora. Para el 2016 ya era otro mundo: todos tenían presencia en redes, ya pagaban publicidad, ya había troles, muchas fake news”. No a Keiko era uno más, pero, a pesar de ello, han logrado mantener presencia.
-Estos quince años los encuentran en una coyuntura como la de los 90: con un Congreso en el que el fujimorismo y sus aliados capturan instituciones y quieren controlar los organismos electorales.
Entre el 2016 y el 2024, el fujimorismo se ha encargado de hacerse de pasivos políticos y sociales ya no con la figura de Alberto Fujimori. Antes, los pasivos y las denuncias tenían que ver con él o su gobierno. Pero del 2016 en adelante todo se lo lleva Keiko. Ella se encargó de arruinar lo que había conseguido el 2016, que era una gran mayoría congresal. Pudo haber hecho cosas buenas y demostrar que era una opción para el país, y lo que hizo fue todo lo contrario.
-Con un presidente de derecha como ella, Kuczynski, con quien pudo tener puntos de encuentro.
Totalmente. Lo que consiguió lo perdió. El 2021 pensábamos que había arruinado su capital político y no iban a votar por ella. De hecho, creo que tuvo 10% en primera vuelta, pero fue tan pobre la oferta electoral el 2021, que pasó. Pedro Castillo no era amigo del progresismo, tenía un discurso antiderechos, hablaba de salirse de la CIDH, era anti matrimonio igualitario. Y aun así ganó. Creo que hay algo en los peruanos que reconocen que el fujimorismo es una amenaza para la democracia. Y se sigue percibiendo. Los peruanos nos sentimos hoy en un revival, un déjà vu, que es como estar otra vez en los 90. En menos de dos años lo están copando todo. Para cualquiera con cierta capacidad de análisis, está claro el objetivo: perpetuarse en el poder.