El perfil periodístico de un personaje no es una colección de anécdotas dispersas. En el libro del periodista Christopher Acosta, hay varios hechos pintorescos que sirven para definir las características de sus personajes: Pedro Castillo y Dina Boluarte. Virgilio Acuña, un aliado político ocasional de Castillo, encuentra preocupado en Palacio al mandatario de ese entonces. “Es que no sé cómo están mis animales en Chota. ¿Habrá parido mi chanchita?”, responde el maestro chotano absorto, mientras el país atraviesa una crisis política.
El libro escudriña en el pasado de Boluarte, tiene dos denuncias por agresión, un indicio que podría definir el carácter violento reflejado en su gestión.
¿En el libro das cuenta que estos dos personajes llegan por casualidad a la Presidencia de la República?
Más que una voluntad natural y propia para convertirse en presidentes, básicamente son una suma de casualidades. Es un poco más el destino que su propia voluntad. Eso explica el título del libro.
Cuando se define la plancha presidencial de Perú Libre, se vocea a otra persona para acompañar a Pedro Castillo.
Vladimir Cerrón quería que Ana María Córdova Capucho sea la candidata, ella no acepta. Quien acepta, así de primera, es Dina Boluarte, a quien el partido conoce de manera circunstancial. Boluarte era presidenta del club Apurímac y les alquilaba la sede de ese club para las reuniones políticas.
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En el libro, revelas dos denuncias de agresión que involucran a Dina Boluarte. ¿Es un reflejo violento de su gestión?
Boluarte es un personaje que no conocemos aún y estamos descubriendo sobre la marcha. Las denuncias suman información a la construcción de un perfil. Me pareció valioso, como periodista, dar cuenta de esas dos denuncias policiales en la que personas con nombre y apellido la señalan como violenta, hechos denunciados en las comisarías de Chacarilla y Surquillo.
En el libro se revela que en 2015, una mujer, que lava carros, denunció a Boluarte de haberla agredido, y cuatro años antes, el ciudadano Víctor Raúl Velásquez reportó que la ahora mandataria le dio golpes en la cara y el cuerpo cuando este le reclamó por qué se metía con su familia. En la versión de Boluarte, el hombre ingresó a su casa sin su permiso y que, producto del intercambio, ella también terminó con lesiones en los dedos y uñas.
El libro presenta a un Castillo bastante improvisado. Hay una anécdota tremenda: que un funcionario de Estado primero debía explicarle al vigilante su exposición y, si este la entendía, recién podía pasar al despacho presidencial.
No era una sorpresa que Castillo era una persona ignorante respecto a la administración del Estado. Lo que hace el libro es ilustrar esos momentos que lindan con lo cómico. Lo que parece cómico en esta historia, es una tragedia, que el país esté en manos de una persona desinformada. Más que risa debería darnos pena, quienes vamos a pagar los platos rotos de ese chiste somos los ciudadanos. No accederemos a servicios de salud y seguridad porque hay una persona en la cabeza que no tiene idea de nada (…) El piloto no sabía cuál es la ruta, palanca de despegue, ni la del freno.
¿Cómo te animas a escribir este libro?
El libro tiene un núcleo dramático, cómo estas dos personas, Boluarte y Castillo, llegan juntas al poder, de pronto se separan, se pelean, uno termina preso y la otra de presidente. El libro revela varios aspectos: la condición humana de empresarios, periodistas, políticos y el coro que acompaña el poder, a veces éste de manera abyecta y sobona. Hay intrigas, traiciones, comedia y tragedia.
El libro transmite la idea de que Boluarte tiene necesidad de mantenerse en los cargos de función pública por un sueldo.
Sí, a mí también me ha quedado esa sensación. Más allá de la trascendencia que significa ser ministro o presidente, ella tiene más una necesidad económica o alimentaria. En el plano personal es una persona que sacaba adelante sola a dos hijos y quizá eso también la lleve a esa preocupación. También me he preguntado cómo una persona que era oficinista en Reniec no renuncia a esa posición, luego de convertirse en vicepresidenta. Yo no sé si eso se deba a la poca fe que se tenía. Insisto, es un personaje que seguimos conociendo. El libro ofrece un primer acercamiento.
Hay como una falta de dignidad para alejarse de un cargo. Ruega y llora cuando la iban a sacar como ministra del Gobierno de Castillo.
No solamente reclama, sino ruega. Entre lágrimas retiene el ministerio, poder y sueldo. En la misma línea del club Apurímac y Reniec es una persona que necesita acumular, tener la certeza de algo y es algo que pinta, digamos, su característica personal. Entonces, yo planteaba: si alguien que no puede renunciar a ser presidente del club Apurímac, menos lo hará a la Presidencia de la República, que es el premio mayor. Es una persona que se ha aferrado al cargo y que no le importa si hay 20, 30 o 50 muertos. Ella ha dicho que va a seguir adelante hasta el 2026.
El Gobierno de Castillo fue improvisado, pero los esquemas de corrupción son los mismos: proveedores que cobran favores políticos o militantes que buscan trabajo.
Habíamos estado acostumbrados a esquemas más complejos de corrupción: cuentas bancarias en el extranjero, empresas offshore en Panamá, testaferros, etc. Aquí, hay una construcción de la corrupción absolutamente básica: le pago al asesor principal del ministro de Vivienda, siendo yo una empresaria de la construcción. Para el Ministerio Público fue fácil desmantelar y desmontar esta red. Refleja lo básico que era el Gobierno de Castillo. Lo que debe llamar la atención es la facilidad con la que la corrupción penetra desde el primer momento en el Gobierno de Castillo, solo bastaba abrir la puerta.
El fundamento para no votar por Keiko Fujimori era que ella representaba la corrupción.
En los negocios no hay ideología que valga. Sada Goray era una fujimorista, segura de que hubo un fraude en la elección, que no podía permitir el ingreso de un gobierno comunista, pero luego no tuvo ningún problema con negociar con ese gobierno comunista y proveniente del fraude. Las ideologías se ponen a un costado y los dineros se ponen al otro.
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En el libro hay una mención al papel de Mauricio Fernandini.
Como a todo el país, me sorprendió que el nombre de Fernandini aparezca en la trama de corrupción. Siempre esperamos que los periodistas sean críticos de la corrupción y no estén del lado de ella. Como adulto, él asume las responsabilidades de los actos que ha cometido. Siento que es parte de este esquema de relaciones sociales de algunos periodistas, que no lo tienen claro. Ellos sienten que el poder otorgado por el periodismo se puede usar para algo más allá de lo periodístico.
Ahora, cuando termina la entrevista que él te concede, te dice: “¿Qué quieres que me azote para tu libro?”.
Si, él sintió en la entrevista que quizá lo estaba apretando mucho. No tenía ningún trato previo con él. Sabía que estaba yendo como todo periodista. No es mi amigo. Se le hizo una entrevista dura, como tenía que ser. Pero él sintió que quizás estaba explorando más en sus emociones o en sus razones.
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¿Has dicho en la presentación que el poder tras bambalinas del Gobierno es Alberto Otárola? En el libro apuntas algunas contradicciones, por ejemplo antes apoyaba el cambio de la constitución de 1992, ahora no.
Escribe un libro que critica la Constitución del 93, tiene un discurso a favor de una Asamblea Constituyente y una nueva constitución. Convertido en el hombre fuerte del Gobierno, puesto del otro lado del mostrador se le ven las costuras del personaje que ha construido para el público, la de un hombre duro, que apoya a la derecha cuando sus convicciones claramente son otras. Entonces ahí también hay un desdoblamiento de los principios versus lo que necesito, versus lo que necesita el país de mí en el momento en que me toca.
Ahora, ¿tú eres lambayecano, verdad? Varios de estos personajes provienen de la Universidad Pedro Ruiz Gallo (Salatiel Marrufo, Geiner Alvarado y Abel Cabrera)
Estuve un año en la Universidad Pedro Ruiz Gallo, donde estudió Marrufo. Me parecía increíble que en esa universidad se haya gestado el cogollo. El trío de los súper amigos que de veinteañeros se tiraban rectores y ahora, ya de cuarentones, se tiraban presidentes, ¿no? Vuelvo a la fragilidad del Gobierno; ¿nadie advierte que Marrufo tenía una retahíla de investigaciones en Lambayeque, lavado de activos, criminalidad organizada, corrupción? Quien, con un mínimo de razón o sensatez, podría permitir que alguien con esas credenciales esté como parte de un Gobierno y liderando el gabinete de asesores de un ministerio con tanto dinero como Vivienda, si no es porque en verdad lo necesitas para cosas turbias. Entonces sí, estos personajes todos chiclayanos, además Fernandini, por alguna razón, terminan siendo protagonistas del libro.
¿Entre Castillo y César Acuña encuentras alguna semejanza?
No las encuentro, pero sí me pareció muy gracioso que yo, para el libro de Acuña, viajé hasta Tacabamba a conocer el pueblo de Acuña; y también de Castillo, soy honesto en decirlo: para el libro de Castillo ya no viajé, conocía el lugar. Son dos personajes relacionados al mundo de la educación en dos extremos opuestos. Acuña, un magnate, rico, que hizo negocios con la educación privada. Y Castillo de la escuela pública, que jamás hizo empresa, pero no por eso menos exitoso electoralmente, ya quisiera Acuña tener esa suerte.
¿Cuál crees que será el destino del país?
Es un momento bien complicado. El país está frenado (…) Hay un pacto explícito entre el Congreso y la Presidencia de "no me toques que yo no te toco". Boluarte no tiene una sola declaración crítica contra los atropellos del Congreso, ni a este se le ocurre poner a debatir ninguna moción contra los ministros ni contra la propia Boluarte. El nivel de desmantelamiento de la institucionalidad es grave, el Congreso se ha bajado a la Sunedu, sacó el enfoque de género de la currícula, están yendo contra las autoridades electorales, ¿se ha pronunciado Boluarte sobre ello? En absoluto. Claramente, hay un pacto de sobrevivencia para llegar hasta el 2026.
¿Qué tipo de democracia es esta?
Es una democracia de papel, básicamente sostenida por el nombre y el papelito que le dice a la señora Boluarte que fue elegida hasta el 2026. Es una persona que tiene menos del 10% de aprobación, con investigaciones graves en su contra por violación a los derechos humanos, una presidenta sin partido, sin bancada, sin respaldo popular, solamente apoyada en la fuerza.
Algunos plantean el adelanto de elecciones, la pregunta es ¿qué vamos a elegir?
Hay muy pocas opciones para ver. A quién le corresponde hacer la reforma es al Congreso, claro, ellos no quieren hacerse el harakiri, el 70% de congresistas no podrían volver a postular por el nivel de denuncias que tienen consigo.