La expresidenta del Consejo de Ministros Mirtha Vásquez reflexiona sobre lo que fue su paso por el cargo y relata sus experiencias en el Gobierno de Castillo, en medio de una nueva crisis. Identifica como el gran problema al grupo más próximo del presidente. También dice que es posible enmendar si se toman decisiones adecuadas.
En su Instagram ha colocado la imagen de una bombera triste, sentada, incapaz de apagar el incendio que se extiende a sus espaldas. ¿Es una declaración de su estado de ánimo?
Sí, creo que, en este momento, como todos los peruanos, me siento con mucha incertidumbre. Veo al país con una sensación, no solo de preocupación, sino de tristeza. En medio de una crisis con tantas dimensiones, sanitaria, económica, social, ambiental…
¿Moral?
También. Entonces, sí, me siento así, como esa caricatura del bombero que siente que, por más que haces esfuerzos y por más que deseas ayudar, a veces no se puede. Hay también la esperanza de que algo pase para que las cosas se reviertan.
¿Siente que fracasó? En el sentido de que intentó, pero se chocó con la realidad.
No, no tengo sensación de fracaso, pero sí de angustia por lo que va a pasar. Mi paso por la PCM lo valoro mucho, fue una experiencia muy interesante, de conocer al Estado, sus complejidades, los desafíos.
Mirtha Vásquez
¿Cuándo empezó a sentir que la relación con el Gobierno o con el presidente no daba para más?
En un cargo de esa magnitud tienes mucho estrés, preocupaciones, angustias, sobre todo para una persona como yo que le gusta asumir responsabilidades de manera muy decidida. Mucha gente me decía “estás cansada, estás harta”. No, yo estaba con el ánimo de hacer cosas. Lo que necesitaba era saber que las cosas podían caminar. Escoger las prioridades, eso me angustiaba mucho.
¿Y luego?
Me fui dando cuenta, miraba un poco la dinámica, y decía que si el asunto estaba todavía desordenado posiblemente era yo la que tenía que tomar las riendas. Establecí prioridades: retorno a clases, vacunación, gestión de conflictos sociales, derechos laborales, el gas…
¿Y sentía reciprocidad del presidente, de su entorno?
Ahí sentía la cosa muy desordenada. Eso me angustiaba mucho porque el Gobierno estaba desordenado. El gran problema era su entorno más cercano (del presidente). A lo mejor la cosa hubiese funcionado si todos nos poníamos de acuerdo: el gabinete, yo, el presidente, y nos embarcábamos en los mismos objetivos. Sentía que el presidente a veces tenía una dinámica mucho más dispersa y, claro, eso hacía que lo sintamos desligarse del propio gabinete.
¿Qué significa una dinámica dispersa?
Yo le planteaba al presidente tales prioridades, él estaba de acuerdo en el Consejo de Ministros y nos manifestaba su respaldo…
Hasta ahí, bien.
Pero le decíamos que acompañe todo esto y resulta que quienes estaban en su entorno más cercano, en lugar de recomendarle que camine con nosotros en esos temas, pues le organizaban una agenda distinta donde salía corriendo a las provincias o fuera del país. No está mal acercarse a la gente, es importante, pero, también, hay que sentarse a mirar las cosas del Estado que merecen reflexión y dirección específica.
¿Lo de Avelino Guillén fue el momento en el que dijo “hasta acá llego”?
Aquella vez sentí que era momento de dejar esto porque no nos lográbamos poner de acuerdo en un asunto medular. No era por defender a un ministro. ¿Qué representaba la salida de Guillén? Él había planteado un gran problema de corrupción al interior del Estado y era nuestra oportunidad…
De demostrar compromiso en la lucha contra la corrupción. Claro, de demostrar un compromiso, de ser muy firmes. Pero sentí al presidente dubitativo. Yo no conocía al coronel Chávarry. Más allá de sus cualidades, yo le decía (a Castillo) que era una mala señal cuando hay un tema de corrupción poner al frente de la institución a un policía, a alguien que viene del mismo sector, porque no le va a permitir objetividad. Estaba (Castillo) como muy convencido de que esa persona (Chávarry) debería ser el ministro, no quiso evaluar otras propuestas. Si hay cosas de esa dimensión en las que no nos podemos poner de acuerdo, debía dar un paso al costado.
Avelino Guillén asumió la cartera del Interior tras la salida de Luis Barranzuela. Foto: Mininter
¿Cada cuánto despachaba con el presidente? ¿Le era fácil llegar a él?
Cuando hablábamos era una persona que escuchaba, amable, que aceptaba las propuestas que le hacía. Pero, sí, debo decir que era un poco difícil llegar a él. Era impresionante, yo cruzaba hasta su despacho y había un conjunto de gente esperando y yo decía ¿quiénes son? Me decían que es gente que viene a visitarlo, entonces yo planteaba que debía tener una agenda específica, no tan dispersa. Era un problema. Había que estar coordinando varias veces: “necesito despachar, por favor dígame”. O yo le mandaba mensajes: “por favor, presidente, ¿a qué hora puede?”. Sí teníamos que hacer mucho esfuerzo. Entiendo que también con los demás ministros era lo mismo.
Es sintomático que la primera ministra tenga que hacer esos esfuerzos para despachar con el presidente.
Sí, y eso es parte de la dispersión de sus agendas, que las manejaban o armaban sus propios asesores.
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¿El gabinete en la sombra?
No he hablado de “gabinete en la sombra”. Pero, sí, la gente cercana, sus asesores que apenas conozco, eran personas que no han dado mucha apertura para que el presidente tenga vinculación con nosotros. A veces sentía que las decisiones que se tomaban se reevaluaban con ellos. El cambio de posición del presidente no se lo atribuyo a otra cosa que a su consejo.
¿El presidente Castillo es alguien muy desconfiado? ¿Lo percibió así?
Es posible. Por eso es que siempre está consultando. Cada vez que tomaba una decisión o había un asunto, siento que consultaba con varias personas. Puede ser producto de la desconfianza que tenga. Tampoco tengo mucha cercanía personal con él. No podría calificarlo.
Vacía. El presidente Pedro Castillo debe definir la composición de su cuarto gabinete en apenas el séptimo mes de su mandato. Foto: John Reyes / La República
¿Es posible definir ideológicamente al Gobierno?
El Gobierno es uno que se define de izquierda. Hasta que yo he estado de primera ministra, compartíamos varios valores de izquierda: priorizar políticas que beneficien más colectivamente, priorizar temas que puedan incidir en lo social, acceso a bienes y servicios.
¿Y ahora?
Sí estoy muy sorprendida con el último gabinete (de Héctor Valer), que es un mix de personas que no representan necesariamente ideológicamente a la izquierda. Para mí resulta inadmisible que esas personas hayan asumido en un gabinete de un presidente que se define de izquierda. La mayoría viene de espacios más conservadores, derechistas.
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¿Lo que se ve en el Gobierno es una bala al corazón en las futuras opciones de la izquierda?
Por desgracia, este es un momento muy crítico para la izquierda, que supone un desafío muy grande. No es solamente superar uno de los grandes desafíos que hemos tenido siempre, que es la división, sino que entramos en un proceso de confrontación. Es muy difícil, cuando se habían logrado los objetivos perseguidos por décadas, de llegar al Gobierno y demostrar que la izquierda puede ser una opción, con una propuesta nueva de gestión.
¿Las opciones electorales de la izquierda se perjudicarán?
Seguramente que sí, nadie puede negar el momento crítico en el que estamos. Tocará revisar como izquierda qué proponemos al país. En un momento de tanta confrontación, se han perdido de vista los objetivos que deberíamos impulsar.
Se le ha cuestionado por esperar demasiado para renunciar. ¿Qué responde?
No podíamos darnos el lujo de tanta inestabilidad y por eso es que hice muchos esfuerzos a la interna a pesar de las circunstancias. Pero hay un momento en que una dice que su rol se agotó. Fue algo progresivo. Al principio yo no podía identificar bien dónde estaba ese cuello de botella, por qué no teníamos una mejor posibilidad de tener un presidente con un mayor liderazgo, y solo en estos últimos días me queda más claro –y ahora lo ratifico– que el gran problema es este entorno más cercano que tiene él y que influye mucho para que tome decisiones equivocadas.
¿Quizás faltó un mayor respaldo desde la izquierda a la gestión que desarrollaba?
En el gabinete había ministros de izquierda con los que trabajamos bien, compartíamos visiones, y sí hubiese sido pertinente mostrarnos más como un bloque, generar posturas conjuntas, sí, creo que eso faltó. Que el Gobierno tuviese presentes los objetivos como izquierda hubiese ayudado, que la izquierda sea firme.
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¿Qué piensa del papel de Verónika Mendoza?
Tuvo un rol interesante. Ha intentado llegar al presidente varias veces, que se convenza de que hay que enrumbar al país hacia determinados objetivos. Este mostraba su acuerdo, pero al parecer eso se diluía. Eso tiene que ver con cómo luego el presidente volvía a consultar con otras personas.
Voz. Verónika Mendoza visitó Palacio en otro momento clave. Foto: difusión
¿Es Castillo un machista? ¿O su entorno?
El Perú es un país muy filtrado por el machismo. Soy honesta, el presidente siempre ha intentado respetar mis decisiones; sin embargo, tenemos una cultura –y él no es ajeno a eso– muy patriarcal, con entornos de varones en donde las conversaciones seguro que fluyen mejor. En el entorno más cercano del presidente no he visto a muchas mujeres. A veces era un poco difícil porque he disputado mucho mis posturas, a veces me he tenido que imponer, y no debería suceder eso si estuviéramos más acostumbrados a relaciones más horizontales.
Se lo planteaba por el caso de Valer y sus denuncias.
No entiendo cómo no se puede haber evaluado los antecedentes de este señor. Me preocupa mucho porque solo hay dos posibilidades: o el presidente –y por tanto su equipo– no tuvieron una filtración adecuada, lo cual sería gravísimo. O lo segundo es que no les haya interesado, subvalorando la defensa de los derechos de la mujer, como si fuera un asunto cualquiera. Me asustan incluso otros ministros, como el señor Gavidia (de Defensa) que salió a decir que eso es un asunto…
Privado.
Privado, o sea, eso dice mucho ya de las personas que están ahí, justificando el tema.
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¿El Gobierno puede enmendar?
Nunca he apoyado ni una vacancia ni una destitución de un presidente democráticamente elegido. La única posibilidad es que el presidente reflexione sobre lo que está fallando y enmiende, asumiendo que el gran problema es que no tiene a las personas adecuadas que lo asesoren en su entorno más próximo. El Gobierno tiene salida a pesar de lo crítico del momento. Sin embargo, las decisiones deben ser claras.
Diagnóstico. El gran problema de Pedro Castillo, de acuerdo con el testimonio de la expremier, es su entorno más cercano. Foto: Presidencia
¿Es Castillo competente para el cargo?
Mire, rechazo todas estas afirmaciones que se hacen basadas en mucha discriminación, que es un incompetente, que es un ignorante, que por el hecho de ser campesino o maestro rural no tiene las competencias. Para cualquier persona que llega a un cargo de esa naturaleza, créame, representa una tarea muy difícil. Para cualquiera, para el más educado, el más preparado. No creo que el presidente sea un incapaz, ni alguien incapaz de manejar esto, pero sí es necesario que se rodee de las personas más calificadas.
¿Es Castillo alguien honesto?
Estuve en el Gobierno porque tengo un margen todavía de creencia en él y en su honestidad. He conversado varias veces con él, le he preguntado y pedido explicaciones sobre varias cosas que han ido saliendo y que vinculaban al Gobierno con posibles actos de corrupción, y me ha dado respuestas.
¿Satisfactorias?
A partir de las respuestas y explicaciones yo todavía tengo un margen de confianza en él…
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¿Pero un margen menor o similar al que tenía en un inicio?
No tengo los elementos para decir que es una persona corrupta. Sí le digo que hay un margen todavía de confianza en él y está en las posibilidades de demostrar que no está involucrado y que sí quiere limpiar estos sectores corruptos. Bueno, falta tomar decisiones.
¿Qué será de su vida política?
Necesitamos más gente en política, involucrada en la gestión del Estado. Claro que me gustaría seguir involucrada en los asuntos de mi Estado, pero no sé si vuelva a asumir responsabilidades. Es también momento para reflexionar sobre cómo una desempeñó su rol, mirar un poco desde fuera. Hay que hacer más pedagogía política.
Vuelvo sobre la imagen de la bombera que colgó en su Instagram. ¿Siente que se quemó un poco?
En toda posición de tanta responsabilidad, uno entra consciente de que puede traer un costo. Cuando entré a la Presidencia del Consejo de Ministros, sabía que podía pagar un alto costo, pero eso para mí no ha sido un pretexto para no asumir mi responsabilidad. Y si me quemé y salí herida o…
¿Chamuscada?
O chamuscada, creo que el país bien lo vale. Hice mis mejores esfuerzos. Ojalá que podamos salir de este atolladero.