Miércoles 9 de septiembre cerca de las 9.00 a. m. Dos sospechosos ingresan a la zona en la que vivo en Mala. Hacen contacto con L.D.J., una mujer que trabaja ahí, y comienzan a hacerle preguntas sobre el regadío en el área. Ella, que no tiene un pelo de tonta, les interroga: “¿Qué están buscando?”. Dicen que compran un terreno ubicado a unos cincuenta metros de ahí y que ya habían hablado con ‘el propietario’. A L.D.J. le parece extraña la situación y se excusa, mientras que los sujetos se marchan del lugar.
Al rato, L, encargado de la casa de mi vecino C.A., se cruza con L.D.J. y le comenta que un par de tipos preguntaron dónde vivía yo. A L y L.D.J. le advierten sus ‘antenitas de vinil’ que algo extraño ocurría e inmediatamente llaman a M, quien trabaja conmigo en Mala.
Por su parte, los individuos vuelven decididamente tras sus pasos y ahora se tropiezan con M, quien ya estaba al tanto, y les pregunta a bocajarro qué hacen ahí. Le responden que buscan un terreno cerca a unos olivares. Es decir, el mío. M les pide que se identifiquen y retrata a uno con el celular, mientras que el otro se esconde. Les avisa que va a llamar a la policía y los sujetos se marchan enseguida. Los agentes llegaron, pero los misteriosos personajes se habían hecho humo.
Merodeador campaña Mala
A las 12.59 p. m., minutos después de este incidente, mi vecino S.B. da la voz de alarma: Carlos Zárate, que trabaja con varios residentes del valle, ha recibido una llamada en la que le comentan que existe una investigación en curso sobre mí en relación a un asunto de ¡tráfico de terrenos!
Al día siguiente, hago la respectiva denuncia en la comisaría. Carlos Zárate es citado inmediatamente y revela que el autor de la llamada es el oficial Iván Antonio Barrios Arteaga, quien trabajó en la Comisaría de Mala hasta hace ocho meses y hoy labora en la dependencia policial de San Vicente de Cañete.
Barrios Arteaga solicita que levante información sobre mí. Además, le manda por WhatsApp una fotografía de RENIEC de la periodista Paola Ugaz para que la reconozca, acción que no puede ejecutar porque no la conoce. No obstante, le insinúa que si consigue información “de manera reservada y confidencial” sobre nuestros movimientos será recompensado.
Paola Ugaz
El mayor Neill Peláez, comisario de Mala, hace un par de llamadas para verificar si realmente hay alguna investigación en curso sobre este asunto, pero resulta que no era así. Por mi parte, llamé al supuesto propietario con el que alegaron que ya había conversado para comprar el terreno cercano a mi casa y este mostró sorpresa; ya que, según revela, nadie lo había contactado por el terreno en toda la semana.
Ese mismo día, el diario Expreso, en una de las tantas páginas difamatorias sobre Paola Ugaz, hace un comentario críptico sobre Mala. En él sugiere que la periodista se reunía con alguien. Por mi parte, después de la citación en la comisaría, llamo al celular del oficial Iván Barrios. Me identifico y cortésmente pregunto que, si quería saber algo de mí, que lo hiciera directamente.
Luego de un silencio y algunos balbuceos nerviosos, responde que no me conoce. Al colgar, Carlos Zárate me recuerda que Barrios me ubicaba bien porque, cuando trabajó en Mala, se ‘cachueleaba’ con rondas por mi vecindario y sabía perfectamente quién era yo y dónde vivía.
Como sea, todo es muy raro y bizarro. Demasiadas coincidencias para una sola mañana y en un solo día. ¿La intervención de este policía y la visita de los merodeadores tiene que ver con la campaña de Expreso, La Razón, Willax y La Abeja? ¿Están conectados de cierta forma? ¿Alguien está tramando otra historia truculenta e inventada? ¿O todo esto es simplemente una mera coincidencia?
En resumen y si me preguntan, creo que las coincidencias —como dice el mentor del detective Wallander— no existen.