Federico Rosado
Docente
A nueve días de terminar el año 2019, ya se puede escribir el final. Es casi el mismo de los últimos años. Es una repetición que debería ofendernos, indignarnos. Pero en eso también reproducimos lo del anterior. Ya no nos molesta este final repetido. Para decir de una vez: nos acostumbramos a la mediocridad; o peor todavía: esto es una resignación. ¿O es que nos gusta ser y estar así?
A ver, ¿en qué le fue bien este año a Arequipa? Si el silencio fuera, en este caso, una suprema cualidad, esa sería la respuesta. Hagamos un nuevo esfuerzo... ¿En qué le fue bien este año a Arequipa?
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Partamos de la premisa que el 2019 fue el inicio de la gestión de nuevas autoridades municipales y regionales, y ciertamente se han estado acomodando y preparando. Por lo tanto: ¿usted cree que el próximo año, 2020, será mejor para Arequipa?
Sucede que la premisa de la pregunta es falsa, no existe. El viernes pasado, sentenciaron al alcalde provincial, al gobernador regional es innecesario que le hagan eso. Los alcaldes distritales son otras rémoras a lo que tampoco nadie sabe: hacia dónde apuntamos, qué queremos ser.
Y mientras la ciudad de Arequipa es una masa que se mueve al ritmo del tránsito, las provincias y distritos periferias cada vez son más postergados, olvidados y en franco proceso de extinción.
Las preguntas pendientes son: ¿Qué hacer? ¿Cómo salir de la mediocridad? ¿Cómo nos desacostumbramos de esta modorra? ¿Cómo salimos de esta indiferencia generalizada?
Por favor, ¡alguien puede responder!