Por Carlos Rosales
Insatisfacción. Los miembros de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política, presidida por Fernando Tuesta Soldevilla, dejaron en claro dos cosas: la primera es que las elecciones del 2021 no serán muy distintas a los comicios pasados. La segunda, es que gran parte de los congresistas no quería la reforma política en general, planteada por el presidente Martín Vizcarra.
¿Qué sensación le deja los proyectos de reforma política aprobados por el Congreso?
Uno siente que en algunas cosas se avanzó y en otras se ha retrocedido. En ese sentido, es una sensación agridulce.
PUEDES VER
¿Era algo que esperaban?
Claro que hubiese sido ingenuo de nuestra parte pensar que todo se iba a aprobar tal cual lo planteamos, pero por lo menos había la esperanza que en algunos casos los proyectos se mejoren. Se han acercado unos y otros se han distanciado.
¿Se perdió una gran oportunidad?
Creo que el Parlamento ha perdido la gran oportunidad de, a través de la reforma, no solamente mejorar su desempeño, sino dejarnos un mejor país con mejores instituciones.
¿Cuál era la razón de ser de los proyectos de reforma política?
A mí no me gusta tocar ese término. Nunca lo hemos usado. Nosotros no hemos sido partícipes de la selección de cuales fueron los proyectos de ley y qué cosa configuraba la esencia.
¿Cuánto cree que se han desvirtuado las iniciativas?
Depende. En el caso de la inmunidad no hay nadie que sostenga que lo aprobado sea igual a lo que presentó el Ejecutivo. Es quizá el ejemplo más claro. En el caso de la inscripción y cancelación, es el que más se acerca al proyecto presentado.
¿Y en el caso del financiamiento de partidos políticos?
El tema era que el Ejecutivo presenta el proyecto y explica la esencia, que era crear la figura de la sanción penal en los casos de financiamiento de origen ilegal. Entonces, el Congreso se limitó a esos artículos cuando el proyecto era de una envergadura mayor. El Ejecutivo no podría decir que no se ha cumplido, porque ahí están los artículos.
Sobre la inmunidad parlamentaria ¿se desvirtuó o simplemente no se cumplió la propuesta?
El problema ha sido el levantamiento de la inmunidad, que, tal como se ha desarrollado hasta ahora, no le ha hecho bien al Parlamento. No se trataba de eliminar la inmunidad. El debate ha sido frustrante porque muchos congresistas discutían sobre la pertenencia de la inmunidad, lo que estaba en discusión era cómo operó el levantamiento.
¿Cómo ve que se haya establecido 45 días de plazo para revisión de la inmunidad?
Para empezar el levantamiento de la inmunidad sigue en manos del Congreso. Ese es el punto único. Inicio y fin ¿quién levanta? Y ahí hay una diferencia sustantiva.
¿Existe la posibilidad de modificar lo que ya se ha aprobado?
Nada garantiza que en la segunda votación se obtengan los 87 votos que se necesitan para una reforma constitucional. En consecuencia se mantiene lo actual.
Entonces se perdió tiempo…
En las declaraciones de muchos congresistas, que han sido los que de alguna manera han llevado la voz cantante, no estamos lejos de decir que un porcentaje alto del Parlamento no quería la reforma en general. Hubo una gran resistencia. Las discusiones fueron producto de una percepción –de nuestro punto de vista errado- que estos proyectos fueron hechos contra este grupo de congresistas.
¿Cree usted que se maltrató la reforma política en el Congreso?
La reforma ha estado en medio de los embates, la puja, el conflicto y este choque entre el Ejecutivo y el Legislativo. El debate no ha sido lo mejor que hemos podido escuchar porque en un porcentaje, no bajo, era clarísimo que muchos congresistas no habían ni leído los proyectos de ley. Si no se hubiese hablado de reforma política, el Parlamento no iba a proponer un cambio integral del sistema político.
¿Qué sensación le dejó la aprobación de la paridad y alternancia?
Para nosotros este era uno de los puntos clave. Allí, al igual que en otros proyectos, el cuerpo del texto está de acuerdo a lo presentado, pero el diablo está en los detalles. En este caso los detalles están en las disposiciones transitorias.
Es decir, ¿no se respetó completamente la propuesta?
En el caso de las elecciones internas, vamos a ir a unas elecciones primarias absolutamente distinto a la propuesta, pero que nace de la disposición transitoria. Cuando esto ocurra, y si trae problemas, van a decir que eso fue producto de la propuesta. No es la propuesta que vamos a ver en el 2021. La gente no va a poder elegir, sino tan solo ratificar.
¿Cuáles serían las consecuencias por no haber eliminado el voto preferencial?
Muchas. Para empezar vamos a tener elecciones presidenciales, con elecciones parlamentarias en primera vuelta en donde, en Lima, con los 36 congresistas elegidos en una sola lista. Además, con voto preferencial. Entonces ¿en qué se diferenciará la elección del 2021 con la del 2016? En nada. Casi en nada.
¿Cómo llegamos a las elecciones del 2021?
No van a cambiar mucho las cosas. Tal como se han aprobado los proyectos, no cambiarán mucho las cosas. Sin elecciones internas, sin la cancelación de los partidos si no superan valla, con el voto preferencial, con una paridad y alternancia incompleta, no habrá mucho cambio.
¿Qué podríamos rescatar?
En el cuerpo de muchas de las reformas aprobadas, hay un adelanto. Pero, aquella idea del inicio de un nuevo centenario, con nuevas reglas, ya no lo vamos a tener.
¿Qué espera del mensaje a la nación del presidente Martín Vizcarra este 28 de julio?
No tengo la menor idea. Nosotros no tenemos comunicación o acuerdos con el Ejecutivo. De ninguna manera. No sabemos cómo van a reaccionar. Lo que sí puedo decir es que estamos ante un escenario inédito en la historia del Perú. Primero, porque no existe registro de una cuestión de confianza, para que esta la desarrolle el Parlamento. Sería una cuestión de confianza postergada.
¿Se puede considerar rechazada la cuestión de confianza y disolver el Congreso?
Unos podrían decir que sí. Otros pueden decir que en los proyectos de ley están las consideraciones presentadas. Entonces, entramos en un escenario donde las normas dan para todo tipo de interpretaciones. No existe norma interpretable en un solo sentido. Nadie tiene una respuesta clara, ni siquiera el mismo Tribunal Constitucional.