Entrevista de: Christian Silva
El domingo 21, la encuesta de Instituto de Estudios Peruanos (IEP), publicada en La República, mostró que la aprobación del presidente Martín Vizcarra descendió 7 puntos. Para Jorge Aragón, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Florida y profesor de la PUCP, sostiene que el sube y baja en el respaldo del mandatario es continuo, aunque la tendencia sería en baja, al igual que las anteriores autoridades. Según Aragón Trelles, el Mensaje a la Nación del 28 de julio debería tener creatividad y romper la inercia del ritmo que ha tenido el Estado en anteriores gestiones.
Respecto a la desaprobación de Vizcarra. Ha bajado 7 puntos, ¿a qué se debe?
Llama la atención que hay un continuo de subidas y bajadas, meses que son mejores y peores para la aprobación. Si uno mira alrededor, puede encontrar explicaciones razonables. La bajada de Vizcarra de este último mes, cuando se concentra en la zona del centro, del sur, de la sierra, da la impresión de que es por temas mineros, Tía María, Las Bambas. Parece que hay una luz en el túnel en el conflicto y se detiene un poco la caída. Eso puede haber dado un pequeño repunte. Otra vez Tía María, sobre todo en esta zona del país, otra vez la aprobación de Vizcarra. Su aprobación termina siendo de los datos más sensibles para cómo va el país. Refleja bastante bien si hay una coyuntura de crisis en particular o si hubo algún tipo de logro, que el gobierno es capaz de mostrar algo.
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Pero también hay una percepción de que Vizcarra se preocupa por el desarrollo de las provincias.
Puedes pensar que Vizcarra se preocupa más por las provincias en comparación con otros presidentes, pero eso no es suficiente para compensar estas cosas que vemos. Vizcarra tiene un discurso de que le hablara más a las provincias, pero en la práctica, un conflicto con Tía María hace que se desapruebe su gestión. No vería una clara contradicción, perfectamente pueden suceder las dos cosas: un presidente provinciano, pero por ratos lo que hace o deja de hacer le pasa la factura en la aprobación, sobretodo en ciertas zonas y regiones del país.
¿La actitud de Elmer Cáceres contra Vizcarra beneficia al gobernador regional de Arequipa?
Cuando se mira el accionar del presidente regional de Arequipa se puede pensar que claramente está haciendo algo que no fue común en el país: plantear una posición muy diferente del gobierno regional frente al nacional. Sí es un dato particular ver a una autoridad regional claramente en oposición al Gobierno y aparentemente con la convicción de mantenerse en esa posición. Uno podría pensar que podría buscar una negociación o querer convertirse en un líder político con mayor perspectiva nacional.
¿Por qué no sucede lo mismo con Zenón Cuevas o Walter Aduviri?
Puede ser por la falta de una coyuntura particular. Lo de Tía María es casi perfecto para oponerse al Gobierno: dar la aprobación al proyecto sin haber resuelto los temas con la población, funcionan muy bien para mantener una posición muy firme frente al gobierno nacional. Por otro lado, hay ciertos estilos políticos y algunas situaciones de ir pensando cuándo es la mejor manera de desmarcarse del Gobierno, pero creo que estamos, entre otras cosas, también entrando a un periodo más electoral, pensando en los años futuros. Es una mezcla de otras cosas que abren a un escenario nuevo, que no había sido tan visible en el caso peruano.
¿Este nuevo panorama presenta un futuro incierto respecto al actuar de los gobiernos regionales y el nacional?
Si esto termina teniendo una resolución con la impresión de que el gobierno regional fue capaz de defender los intereses de las regiones frente a los gobiernos nacionales, puede tener un efecto de contagio y vas a tener a otros presidentes regionales tratando de plantear una posición firme frente al gobierno nacional. Eso puede llevar a diferentes cosas: una negociación más explícita, clara y abierta entre el gobierno regional y nacional o situaciones de tensión y conflicto que probablemente sean difíciles de manejar en los próximos meses. Creo que ese es un escenario nuevo que está empezando a mover y ahora no es claro cuáles serán los desenlaces.
Hay una percepción de que Vizcarra es un líder con firmeza y autoritario, pero que no tiene un plan claro para el desarrollo del país, ¿refleja debilidad?
Vizcarra comienza con una posición de extrema debilidad: sin partido, una bancada clara ni aliados políticos de peso. Incluso, podría decir que priorizó ministros más técnicos que políticos. Su gran capital político ha sido su aprobación y se ha vuelto el termómetro para entender cómo mueve la coyuntura. En este tiempo también se han venido preguntando estas cuestiones: qué tipo de actitud tiene Vizcarra o si el gobierno tiene posibilidades de resolver los problemas del país. Es ahí donde se juega buena parte de la aprobación de Vizcarra. Por ratos se tiene la sensación de que hay una división de opiniones: un gran sector que le da el beneficio de la duda y otro que empieza a sentirse no atendido. Si tuviéramos que decir donde se juega Vizcarra el futuro, es en estos dos puntos. Llama la atención cómo se van generando diferentes demandas dependiendo de qué zonas del país hablamos. De alguna manera se concentran en las zonas del interior, en la sierra, centro y sur empieza a aparecer con mucha claridad la identificación de problemas más de tipo económico: falta de trabajo. Contrastan con el tema de la delincuencia y la inseguridad, más presente en Lima. Lo que hay o habrá son demandas puntuales al gobierno que no necesariamente funcionan en un ámbito nacional, sino en el aspecto regional, macrozonas.
El año pasado, la aprobación de Vizcarra subió cuando hizo frente al escándalo de los audios y Los Cuellos Blancos, ¿por qué ahora no sucede lo mismo?
Hay temas que se van agotando y nuevos temas que no llegan a tener la fuerza de los anteriores. Cuando se destapa este megacircuito de corrupción, fue fundamental para Vizcarra: tuvo la oportunidad de tomar una decisión firme. El gobierno se compró el pleito de la corrupción y por varios meses recuperó la iniciativa política y la aprobación. Esa agenda se va agotando con el paso de los meses y esta segunda agenda que trata de priorizar –la reforma política– ya no tiene el mismo nivel de interés y claridad para la mayoría de peruanos.
Pese a que la corrupción continúa como principal problema, según la población.
Sigue siendo un problema central. Vizcarra ha hecho lo que pudo, pero entonces, conforme pasan los días, las personas tienen otro tipo de problemas y demandas. No vamos a volver a recuperar los niveles que Vizcarra llegó a tener al inicio de este periodo de lucha anticorrupción, pero la detención de Alejandro Toledo de alguna manera puede terminar teniendo reconocimiento por parte de la opinión pública sobre lo que hace el gobierno.
¿Quiere decir que la detención de los políticos ayudaría a las encuestas?
Es complicado a veces, porque puedes tener algún tipo de evento que amortigua un poco la caída o que le da unos puntos adicionales, pero más o menos en esa línea.
Sobre la reforma política, hay una percepción de que se usa para tapar errores de gestión. ¿Hay desatención del gobierno a otras áreas?
Esa es una crítica injusta. El gobierno tiene que llamar la atención sobre las cosas que está haciendo. Sí creo que espera que su compromiso con la reforma política sea valorado por la ciudadanía. No me parece nada que sea extraño. Quizás por ser complicado, el tema político está tan desgastado o la desconfianza está tan generalizada, la reforma no llega a entusiasmar y a generar el mismo interés que el tema de la corrupción. El gobierno trata de mostrar su compromiso con la reforma, porque eso tiene que hacer, pero también hay interés por tratar de mejorar en algo las reglas del juego político.
¿El gobierno tendría que mostrar que no solo atiende la reforma política, también otros problemas a la par?
Desde la perspectiva del gobierno, resultaría más útil –y al país en general– empezar a mostrar compromisos similares en otras áreas, tener algún tipo de propuesta y plan, por lo menos algún norte. También se agotan los temas que había mayor margen de maniobra. Actuar de manera diferente, en el caso de Tía María, requeriría una especie de distancia muy grande a como funcionado el Estado en los últimos años. En algunas áreas, los márgenes de maniobras son menos propicios, posibles, pero el gobierno, si no quiere ir perder aprobación, tendrá ser imaginativo para también dar la impresión de tener ideas y compromiso.
En la economía se percibió un bajón, además que los ingresos familiares no alcanzan o solo hasta las justas. ¿Qué opinión tienen ante esto?
Son dos cosas complicadas: en varias de las variables que afectan el tema económico, el gobierno no necesariamente va a poder tener injerencias. La desaceleración económica parece ser una cosa global actualmente. Así como tienes gobiernos que tuvieron momentos de bonanza económica –no necesariamente porque ellos la gestionaron–, tienes gobiernos que les toca afrontar situaciones menos ventajosas. A este gobierno le toca una economía que no crece por inercia y tiene que pensar en términos de generación de empleo, ingresos, ser muy creativos e imaginativos para tratar de revertir la situación, con temas que sí están a su mano, en términos políticos. No se va a poder hacer que la economía mundial crezca en el Perú, pero se pueden hacer cosas para aminorar el impacto negativo o eventualmente jugársela en términos de políticas más pensadas en los trabajadores, en los salarios, y menos en el crecimiento económico general o las exportaciones que el gobierno tendría que estar pensando.
¿Habría un problema de gestión en los ministerios? En el de Economía y en otros sectores.
Los ministerios son el brazo del gobierno. Se tiene la impresión que a veces el problema es una falta de ideas, coordinación y eventualmente una falta desde el propio ministerio para tratar de tener políticas públicas más efectivas, pero creo que la cadena tendría que comenzar desde un poco más arriba. El gobierno tendría que proponer ciertas líneas y objetivos, y alinear el trabajo de los ministerios y de los ministros en esa dirección. El mensaje de 28 de julio va a ser bien importante en ese sentido, podría ser una oportunidad para esto o se puede perder.
¿Por qué considera que puede ser una oportunidad perdida?
El gobierno debe ser muy imaginativo y tiene que tomar ciertos riesgos que no los ha venido tomando. Esta situación de subidas y bajadas de la aprobación presidencial podría terminar y lo que se puede ver es una situación de baja constante y continua, como sucedió con varios presidentes. Todavía es un buen momento para el Ejecutivo para tratar de proponerle cosas al país y mantener cierto liderazgo, pero que tenga que ver con ideas sobre ciertos temas y acciones puntuales sobre estas, reconociendo que no necesariamente a todo el país le interesa y le preocupa lo mismo. Objetivos o planes generales con acciones regionales, concretas.
No debería enfocarse en un tema específico, sino ampliar, como dice.
Esta idea de poner solo un tema por delante muestra ciertos límites. En la coyuntura actual, donde tienes demandas específicas desde varios sectores y regiones, tendría que tener una especie de propuesta más variada.
¿Usted qué percibe que podría surgir para el 28?
Tiene que haber un cierto nivel de propuestas, si se pudiera conversar con él o plantearle algunas preocupaciones. Con las limitaciones y el poco tiempo que le queda en el gobierno, es el momento de ser más arriesgado políticamente y comprometerse a ciertas cuestiones básicas. El Estado peruano ha funcionado casi con mucha inercia, poca inventiva y creatividad. Hemos repetido lo que venimos haciendo muchos años. Es momento de hacer las cosas diferentes, ya sea en términos de seguridad, corrupción. Nunca será fácil. No se tienen todos los recursos y aliados, pero por lo menos que este gobierno llegue a su fin habiéndolo tratado.
El ataque fujimorista contra el gobierno, señalando que solo se centra en la reforma, ¿afecta negativamente la imagen del Ejecutivo?
Por un lado, lo que tienes es que la oposición siempre tendrá que buscar y hacer más visible los problemas del gobierno, es parte del juego político. El problema con el fujimorismo es que, en ese juego, no tienen ninguna consideración por lo que le conviene al Perú en el mediano y largo plazo. Uno puede ser una oposición muy tenaz y fuerte, pero no necesariamente una oposición que por momentos diera la impresión tener poco interés en el tema de la reforma política y la lucha contra la corrupción. Es una oposición que uno no ve el mínimo de pensar en algo que vaya más allá de sus intereses más inmediatos, ya sea recuperar el poder perdido o proteger a sus cuadros. Creo que ese es el gran problema del país en este gobierno, haber tenido una oposición tan poco constructiva.
En comparación a la aprobación de expresidentes, Vizcarra mantiene un buen porcentaje.
Da la impresión de que Vizcarra, como presidente, todavía tiene cierto respaldo y aprobación, pero creo que es frágil en el sentido de que en los próximos meses podría repetir el modelo que hemos mirado: disminución, poco entusiasmo, y eso creo que el gobierno debería tratar de evitar.
¿Inseguridad, empleo, economía y educación deberían ser los temas que se centre el gobierno, además de los conflictos?
Ahí también puede ser un tema de falta de imaginación. Economía, salud, educación son los grandes sectores, pero, por ejemplo, en Educación tiene a la mano este posible apoyo a las políticas del Sunedu, a tratar de mejorar la calidad de la educación superior. Ahí es donde hay que ser muy imaginativos. No se va a poder resolver todos los pliegos en el sector salud y educación, pero hay algunas reformas o cambios que se pueden priorizar y también sería una cuestión a mirar, qué hacer dentro de los sectores que tenga mayor impacto y trascendencia, pero también hay que ser creativos.