“Una pregunta que sigue en el aire es ¿qué piensa hacer con su alta popularidad? Hasta aquí le había servido sobre todo para sobrevivir, pero esa etapa ha pasado”. ,La aprobación de Martín Vizcarra en Ipsos ha bajado un poco, pero sigue altísima: 63%. La caída de tres puntos respecto del mes pasado tiene un sabor a leve desgaste. No parece haber otra lógica. Como si no fuera posible quedarse tan arriba mucho tiempo. Cayó más en la zona centro: 16 puntos. Subió más en el norte: ocho puntos. Nos parecía en esta columna que después del referendo las cosas cambiarían para Vizcarra. No ha sido así. Lo cual sugiere que esa popularidad está apegada a un variado abanico de realidades. Una importante es la percepción de que su presencia es un dique contra el caos que amenazaba al país cuando cambió el gobierno. En resumen, seis de cada diez están contentos con las iniciativas de Vizcarra, lo asocian con el blue chip político de la anticorrupción, no creen en las campañas de descrédito puestas en marcha contra él. Sin embargo, la aprobación al gobierno cayó a 35% en diciembre pasado, y se ha mantenido allí. Este último dato plantea una contradicción entre el presidente y el gobernante. Probablemente el presidente es visto como el ganador de una batalla política que viene desde el 2016. Mientras que el gobernante es visto como un conductor con problemas de gestión, pero no tan serios como para afectar su imagen personal. Esa imagen se ha mantenido consistente a lo largo de los meses, en la modalidad del hombre quieto, que emite opiniones breves, y no tiene problema para hacerlas tajantes. En cierto modo la polémica judicial que baña al país lo coloca en la ventajosa posición del espectador, muy interesado pero poco participante. Sin duda, los afectados por la actuación del sistema judicial no lo ven así, y pintan las investigaciones, acusaciones, y limitaciones de la libertad como un enorme complot político que viene del gobierno, cuando no del propio Vizcarra. Pero es una idea que no ha prendido entre la mayoría de la gente. Una pregunta que sigue en el aire es ¿qué piensa hacer con su alta popularidad? Hasta aquí le había servido sobre todo para sobrevivir, pero esa etapa ha pasado. La alta aprobación también puede ser vista como un reclamo de políticas, proyectos, obras concluidas o puestas en marcha.