"Debemos entender que funcionarios como Jorge Barata efectivamente disponen de esa carne para entregarla".,La fórmula “carne que sale con hueso” que usa ayer Augusto Álvarez Rodrich para definir el inminente acuerdo con Odebrecht es elocuente: al canjear las delaciones de la empresa por su impunidad el Perú gana más de lo que concede. Odebrecht aportaría nombres y pruebas decisivos para avanzar con la anticorrupción en el país. Pero no solo quienes podrían verse afectados cuestionan el acuerdo. También hay quienes ven problemas de principio con las concesiones a Odebrecht: un perdón de facto y el derecho a seguir trabajando en el Perú. Ese sería el hueso que recibiríamos junto con las carnosas delaciones. Otros países lo han hecho, y todo ha seguido igual. Debemos entender que funcionarios como Jorge Barata efectivamente disponen de esa carne para entregarla. Es decir que se la han estado guardando para el momento adecuado, que lo entregado por ellos hasta ahora ha sido sobre todo pellejo. Esto dentro de una estrategia bien calculada que ha durado dos años. También debemos entender que el Estado peruano está en condiciones de conceder una impunidad efectiva, a pesar de lo politizados que están el caso Odebrecht y el propio sistema de justicia. Los giros del propio Martín Vizcarra sugieren que incluso los partidarios del acuerdo no las tienen todas consigo, y podrían cambiar por el camino. En otras palabras este podría ser un acuerdo con más esperanzas que garantías por las dos partes. Después de todo nuestros fiscales ya han estado viajando al Brasil y regresando con carne menos fina que lomo. De todo lo cual han salido más sospechas y acusaciones que causas efectivamente abiertas a los acusados. Seis países ya han firmado acuerdos con Odebrecht y parecen satisfechos, y la empresa ha iniciado un proceso de radicales cambios internos que podrían volverla un socio más confiable. Pero da la impresión de que el acuerdo con Perú tiene algunos rasgos diferentes, empezando por la intensa sensibilidad política frente al tema. Es decir, ¿cuán duro de roer será el hueso cuando la constructora brasileña salga al mercado a buscar socios para sus obras, actuales o nuevas? Por lo pronto entendemos que el status de las empresas locales comprometidas todavía no está realmente decidido. ¿Están haciendo o recibiendo propuestas interesantes?