"Vizcarra disparó su bala la noche del domingo pasado. La noche del miércoles la perdió".,¿Aprobará el Congreso las 4 reformas constitucionales planteadas por el Ejecutivo? ¿Lo hará en un plazo que permita convocar a referéndum para el domingo 9 de diciembre? ¿Aprobará las reformas sin desnaturalizar su espíritu? Aprobada una reforma, ¿qué pasa si no aprueba alguna de las otras tres? Todas estas preguntas no tienen hoy una respuesta clara. La cuestión de confianza que planteó el Ejecutivo –aunque el Presidente se resista a aceptarlo– ha sido aceptada en términos incompletos. No incluye compromiso alguno de debatir y aprobar –dentro de un breve plazo– las normas propuestas. La cuestión de confianza se ha votado sobre dos ejes de la política general de gobierno, ya sometidos a confianza en el voto de investidura, que son un saludo a la bandera. Vizcarra disparó su bala la noche del domingo pasado. La noche del miércoles la perdió. Al declarar que “ha ganado el Perú”, él, y luego el Presidente del Consejo de Ministros, aceptaron el resultado como un “sí” a la confianza planteada. En el espíritu de salvar al Congreso de su propio cierre han alegado que este no se va a suicidar no aprobando las reformas y que el 4 de octubre es una oferta firme de las bancadas, en especial de Daniel Salaverry. ¿Qué razones públicas tiene Vizcarra para este acto de fe? Primero, porque ya se aprobó la reforma del CNM en el pleno del martes. No en los términos planteados por el Ejecutivo, pero lo que quedó fue públicamente aceptado por este. Segundo, porque las reformas son muy populares y no aprobarlas merecería el repudio unánime. Tercero, porque siempre es posible forzar otra cuestión de confianza para cerrar el Congreso. Cuarto, porque confían en la palabra del fujimorismo. Si Keiko Fujimori tuviera olfato político, el Presidente tendría toda la razón. Pero, la experiencia de estos dos últimos años dice exactamente lo contrario. Si Fujimori actuara políticamente no habría dilapidado el voto que recibió de la forma absurda en que lo ha hecho. Ella ha sostenido que su dramática baja en la aprobación popular es culpa de los medios que sostienen una campaña de mentiras en su contra. Esa es una mentira, pero es muy probable que ella se la crea, como cree que es la verdadera Presidenta del Perú. Es un hecho que exhibe enorme dificultad para aceptar sus fracasos y gran facilidad para imputarlos a otros. Pero hay más que añadir. Kuczynski y sus dos presidentes del Consejo de Ministros creían que había un espacio de negociación política. Ese espacio nunca se abrió, salvo para la investidura y otorgar facultades con cargo a derogar harto. A pesar de todos los nombramientos regalados, de las ofrendas y reverencias, se censuró al Ministro de Educación Jaime Saavedra por las puras. Lo mismo sucedió con Fernando Zavala. Si no lo hubieran censurado –otra torpeza política– no estarían hoy en una posición vulnerable. Pero eso no es todo. Enterada de que su padre iba a salir de la cárcel con un indulto express tramitó una vacancia express. Todo el país puede estar en contra del indulto, pero no ella. ¿Alguien puede entender que una hija no quiera a su padre libre? Ni el político más amateur se suicida de esa forma, que no se arregla con fotos forzadas. La venganza de Fujimori por esa derrota fue feroz. Cierto que la ayudaron con entusiasmo sus víctimas, pero armó una emboscada perfecta para destruirlas. ¿Puede una hermana barrer el piso con su hermano? Nadie pide a un político que sacrifique su carrera por su familia –ya sabemos que sucede a la inversa– pero ¿cebarse con la expulsión del partido y del congreso para luego intentar enviarlo a prisión? Vizcarra ya confió en la palabra de Keiko Fujimori. Sus discretas reuniones –apenas mostró él algo de independencia– fueron reveladas por ella misma para presentarlo como un traidor. El ataque no la favoreció, pero quedó claro que no es una persona de confiar en términos políticos. ¿Y así vuelve a caer el Presidente? ¿Después de todos los insultos de esta semana? Ojalá me equivoque, pero no veo un final feliz.