Algo tan grotesco como que MiKi Torres sea la señora K.,Mientras un debate entre gobierno y oposición va por el lado del planteamiento presidencial de recoger firmas para el referéndum de la reforma política y judicial, es evidente que hoy el conflicto principal entre el ejecutivo y el legislativo se encuentra en el futuro del fiscal de la nación Pedro Chávarry y de los otros dos fiscales supremos que lo respaldan y le aseguran la permanencia en el cargo. Habiendo perdido el CNM, hoy Chávarry es fundamental para la estrategia del fujialanismo, pues le asegura tanto la capacidad de defensa como la de ataque. Para defenderse, porque Chávarry al frente del ministerio público significará un escudo importante para cualquier acusación que se pueda colar contra Alan García y Keiko Fujimori, desde lava jato, lavado de activos o de Joaquín Ramírez, el mecenas de la última campaña naranja. A esa defensa de los líderes del fujialanismo se suma el papel de la comisión lava jato del congreso, cuyo informe no va a tocar a Keiko Fujmori y Alan García ni con el pétalo de una rosa. Pero Chávarry también está demostrando su funcionalidad al fujialanismo en el modo de ataque, aunque lo hace de una manera tan grotesca que evidencia que actúa como si su patrona fuera Keiko Fujimori, a quien él sirve como ‘chaleco’. El día que apareció el video en el que Keiko Fujimori se quejó de que no hubiera ministros del ex presidente Pedro Pablo Kuczynski en las investigaciones de corrupción, el fiscal Chávarry no pudo esperar ni un par de horas para formalizar la denuncia constitucional contra Bruno Giuffra. Anteayer Chávarry prosiguió con el uso de su cargo al servicio del fujialanismo cuando, como anunció con tono amenazante solo un día antes, que se iba a dedicar a perseguir la corrupción de gobierno actual, abrió investigación preliminar contra el ex ministro Alfredo Thorne por el caso del aeropuerto de Chinchero. El objetivo obvio, sin embargo, no es Thorne sino el presidente Vizcarra, a quien el fujialanismo ha puesto en la mira con el fin de someterlo o tumbarlo, y el arma que usa es la judicialización de la política, poniendo al fiscal Chávarry a trabajar en ese sentido. Por eso es que en el momento actual el fujialanismo no puede darse el lujo de perder a Chávarry en la fiscalía de la nación pues él es, al mismo tiempo, su escudo y chaira, y por eso lo va a defender aún al costo de quedarse solo y de hacer el ridículo. Algo tan ridículo como estar dispuestos a querer demostrar que ‘la señora K’ es MiKi Torres.