"Las vías públicas, por definición, deberían ser de todos, pero un gran porcentaje de uso de su espacio se encuentra en manos de privados".,Los seres humanos somos capaces de adaptarnos a todo. Lima es un gran ejemplo. La ciudad ha colapsado para todos los efectos prácticos pero a todo el mundo ya le parece normal que cualquier viaje que implique recorrer más de dos distritos, en el mejor de los casos, no baje de la media hora de recorrido. Ahora que se vienen las elecciones municipales, habría que ir pensando en el origen de este caos que ya todo el mundo asume como la “normalidad”. Hace años que se sabe que, en nuestro país, la culpa no es de la sobrepoblación de autos particulares (Perú sigue siendo uno de los países de América con menos carros per cápita). El problema es la mala distribución de vías: exceso de taxis y rutas de transporte “público” que están en manos de cascarones privados. Este es un concepto muy sencillo de entender: el uso de las vías públicas con fines de lucro debería estar fuertemente gravado y regulado. Las vías públicas, por definición, deberían ser de todos, pero un gran porcentaje de uso de su espacio se encuentra en manos de privados que compiten entre sí por conseguir un pasajero, sin ningún tipo de planificación. Resultado: caos vehicular, hora punta perpetua, vecinos encerrándose en ghettos. La gestión de Villarán habrá sido todo lo nefasta y corrupta que ustedes quieran pero tuvo una buena idea: la reforma del transporte. Para variar, se ejecutó mal pero también es cierto que esta reforma sufrió ataques insólitos desde el primer día. Y aquí es donde vamos a hablar de mermelada, que no es, como ha venido usándose el término, la resistencia a seguir las órdenes del combo K/AG, sino la injerencia económica en la posición editorial de un periodista. Iza Motors hubiera sido una de las principales afectadas por la reforma del transporte. Parte de su éxito se lo debe a los Ticos, esos autos de mantequilla que durante años sirvieron de taxi hasta que todos se terminaron de abollar. También traía “vehículos de transporte urbano” para el Callao, que iban contra las disposiciones de Lima. Todo esto alrededor de los años 2013-2014, cruciales en el boicot a la reforma (las mismas épocas en las que Phillip Butters y Alex Kouri figuraban como directores de Iza Motors). Por cierto, en esos mismos años, Iza Motors recibió casi 710 mil soles de la Municipalidad Provincial del Callao. El dueño de Iza Motors, Toñito Camayo, no solo financió a Butters durante casi una década sino que, como se evidenció en uno de los audios, era cercano a varios periodistas de distintos medios (“escritos, hablados, televisivos”) a los que convocó para almorzar con el todavía fiscal de la Nación, Pedro Chávarry. La próxima vez que se demore 45 minutos en pasar de Lince a San Isidro, no solo piense en el actual alcalde, piense también en los empresarios y periodistas que, por un poquito de dulce jalea, boicotearon la propia ciudad en la que malviven.