Gracias al adiestramiento del colegio, cada vez que llevo a mis hijos al parque, ellos se ponen a limpiar. Parece que percibieran la fetidez moral que despide todo lo que está ocurriendo en la vida política de nuestro país.,En el colegio de mis hijos a veces sacan a los alumnos a la calle y se ponen a limpiarla. Les parece un vacilón ponerse a levantar las cosas que otros han tirado a la calle y botarlas al tacho. Gracias al adiestramiento del colegio, cada vez que llevo a mis hijos al parque, ellos se ponen a limpiar. Parece que percibieran la fetidez moral que despide todo lo que está ocurriendo en la vida política de nuestro país, y que con sus esfuerzos en el parque trataran de paliar en algo nuestro asco. Los veo recogiendo desechos y me pongo a pensar en la fiscal Rocío Sánchez Saavedra, en el juez Cerapio Roque Huamancóndor y en Gustavo Gorriti, quienes hicieron posible que hoy tengamos pruebas de la corrupción en el Poder Judicial, por lo tanto, la posibilidad de limpiarlo. Pienso también en esos colegios que han anunciado que este año no tendrán desfile de fiestas patrias, en las trabajadoras de limpieza que hicieron su protesta alzando escobas frente al Palacio de Justicia, en las feministas que hicieron una performance vestidas de negro en el mismo lugar. Pienso en los miles de personas que marchamos ayer, convencidas de que nuestro país tenemos que limpiarlo todos. Algo de esperanza me dan mis hijos limpiadores, esos profesores limpiadores, esos ciudadanos limpiadores de mugre y pequeñez moral. Hay que aferrarse a esas imágenes y a esas acciones con dientes y garras.