Irónico que aquellos que mienten en sus estudios, falsifican certificados y han hecho del plagio una costumbre quieran dictar las reglas para el ejercicio de esta profesión.,Quienes hemos trabajado en una redacción o pisado la cancha siendo reporteros o redactores conocemos bien de la desesperación de la mayoría de políticos por aparecer en los medios de comunicación. Qué periodista no ha recibido la llamada directa e insistente, sobre todo, de un congresista o de su asesor de prensa para una entrevista, aunque sea al paso y sobre cualquier tema con tal de aparecer en pantalla. Yo conocí a uno que ofrecía hasta polladas. Y si el político en cuestión está tentando una reelección le pone más empeño, baila, cocina, opina sobre todo, se disfraza, inventa psicosociales o difama. Hacen lo que sea por un poco de atención de la prensa. Sí, esa prensa a la que llaman “mermelera”, acusan de vendida, inmoral y desestabilizadora. Esa prensa que buscan en campaña con zalamería se convierte luego en su enemiga cuando los fiscaliza, descubre su espíritu antidemocrático, baja estofa y moral. O cuando revela sus nexos con el narcotráfico, que falsifican documentos, contratan partidarios o gastan en lujos innecesarios. Entonces, intentan presionarla y chantajearla con proyectos tan burdos como inconstitucionales. El último de ellos pretende decirnos quiénes pueden ser periodistas y cómo hacer nuestro trabajo. Irónico que aquellos que mienten en sus estudios, falsifican certificados y han hecho del plagio una costumbre quieran dictar las reglas para el ejercicio de esta profesión. Aunque el autor de ese mamarracho ya anunció que retirará el proyecto no me cabe duda que los intentos por silenciar a los periodistas será una constante no solo del fujimorismo, sino de todo aquel que ve en la prensa libre e independiente un obstáculo y amenaza para sus cuchipandas, como diría Álvarez Rodrich. Resulta contradictorio que mientras acusan a los medios de corruptos sigan pugnando por aparecer en sus pantallas y páginas. Veremos si en elecciones no regresan con sobonería a tocar la puerta de esa prensa a la que ahora atacan. Lo coherente sería que no pero, ya sabemos que -entre cosas- adolecen de ese principio ético, y de vergüenza, por supuesto.