Quien a mal árbol se arrima, mala sombra le cobija.,El nuevo descenso en la aprobación presidencial divulgada el domingo por Ipsos solo ratifica la profundización de la tendencia que ya habían registrado Datum el viernes y antes GfK: como diría ese alcalde de Lima que felizmente ya se va, no es que esté cayendo, es que se está desplomando. Según Ipsos, la aprobación al presidente Martín Vizcarra cayó 15 puntos en junio, llegando a 37%, mientras la desaprobación se duplicó hasta 48%. Ahora bastante más gente lo rechaza de la que lo acepta. Esto tiene que ver con estilos y opciones tomadas por el presidente Vizcarra que han sido señaladas –entre otros espacios– en esta modesta columna casi desde el inicio de su gobierno, en la última semana de marzo, por ser obvios: querer contentar a todos, lentitud para decidir, eludir el conflicto, inconsistencia, y poca convicción en la aplicación de sus políticas, a lo cual se fueron añadiendo incidentes con visitas a Palacio de gente indeseable, y participación en unas vacas locas absurdas que daban cuenta de la precariedad de sus estructura para, al menos saber, con quiénes se reúne el jefe de Estado. El premier César Villanueva tampoco está dando fuego, al menos en la impresión de la opinión pública: lo aprueba 21% y desaprueba 47%. Es obvio que pactar con FP, Apra y el Frente Amplio para tumbarse el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski era más sencillo que construir un gobierno nuevo, asunto en el que Villanueva está enfrentando los mismos problemas que no pudo superar cuando fue premier de Ollanta Humala para articular un equipo de trabajo de consistencia mínima. Sin querer menoscabar la importancia del espíritu regional que la formula ‘ViVi’ le puede aportar al gobierno, algo muy valioso, es evidente que una cosa es jugar en el estadio municipal Carlos Vidaurre de Tarapoto, o en el 25 de noviembre de Moquegua, y otra en el Nacional de Lima. La pelota será la misma pero la implicancia de la cancha es diferente. Pero siendo eso importante, el problema central para arruinar la popularidad del presidente Vizcarra no es eso, sino haberse recostado sin condiciones en un partido como FP, cuya jefa Keiko Fujimori es desaprobada por 75% y aprobada por 18%, y cuyo rostro operativo es alguien como Luis Galarreta que, gracias a haber convertido el congreso en un muladar –aquello que ensucia o inficiona material o moralmente– al servicio de su partido, con espías y gastos absurdos, es desaprobado por 70% y aprobado por 13%. Quien a mal árbol se arrima, mala sombra le cobija, presidente.