Maduro ha debilitado lo nacional y fortalecido lo extranjero, exactamente al revés de lo que hizo Fidel Castro.,Los militares son una fuerza de último recurso, tanto para democracias a punto de desaparecer como para dictadores amenazados. En Venezuela hasta ahora ha sido lo segundo. Los uniformados venezolanos y sus personal trainers cubanos son la principal explicación de que Nicolás Maduro y su clique sigan en el poder. Es una fuerza armada que ha tenido algunos respingos, unos pocos de ellos heroicos, nada importante. Sin embargo el de Maduro es un control menguante, a medida que el dictator le va enseñando al pueblo formas de la miseria, la sumisión, y finalmente la indiferencia. Para todo esto vienen sirviendo los uniformados maduristas venezolanos. Ahora, ante una moderadísima insurrección, Maduro está sometiendo a los mandos militares a firmar lo que aquí llamamos una carta de sujeción. La verdad es que a Vladimiro Montesinos esas misivas cargadas de lealtad al cuete no le sirvieron mucho. En general solo sirvieron para avergonzar a los firmantes, hasta hoy. El solo pedido de una lealtad firmada muestra la desconfianza de fondo que tiene Maduro ante los militares. Ha pasado el tiempo en que les encargaba la solución de los problemas sociales. Ahora no tienen otra tarea que mantener las cosas en su sitio. Lo cual significa quedarse cruzados de brazos mientras esas cosas empeoran. A Maduro la reacción militar le puede venir de varios lados. Algunos militares lo culpan de haber hecho tiras el antiguo prestigio del chavismo. Otros han descubierto en la humillante postración de Venezuela algunas virtudes de la democracia. Luego están los que temen por sus carreras, sus nuevas propiedades, sus familias, o sus cuentas. Pero de cualquier dirección que venga, un manazo militar decisivo por sí solo no va a solucionar la crisis venezolana. Maduro ha ido amarrando la catástrofe de su país a factores internacionales que ya son un nudo difícil de desatar. Así, para cualquier solución los diplomáticos van a ser mucho más útiles que los militares. Para quienes comparan a Caracas con La Habana en términos de durabilidad autocrática, conviene recordar las diferencias entre los dos procesos. Maduro ha debilitado lo nacional y fortalecido lo extranjero, exactamente al revés de lo que hizo Fidel Castro. Los gobernantes cubanos nunca han sido famosos por haberse enriquecido, como lo son hoy los venezolanos.