De la apología del terrorismo a la apología de la ignorancia.,Le agradezco a la contra campaña montada contra La Casa Rosada (LCR), del fallecido director Palito Ortega Matute, porque me apuró a ver una gran película que, sin duda, recomiendo con entusiasmo. Sin más autoridad que la de un asistente al cine que disfruta las películas con canchita y gaseosa —es decir, sin ninguna autoridad—, y que no pretende hacer crítica cinematográfica ni nada por el estilo, comparto con los lectores mi impresión de que LCR es una película impresionante e imprescindible para tener una comprensión amplia del drama que se vivió en Ayacucho en los años del terrorismo iniciado por Sendero Luminoso y que fue repelido por una acción de la fuerza armada que añadió más terror al terror en la gente. No es una película que se disfrute sino una en la que se sufre con intensidad porque muestra, con toda crudeza, la tragedia de los ayacuchanos en el fuego cruzado de un terrorismo que exigía a algunos —como los catedráticos— a colaborar con Sendero, y de una fuerza armada que sospechaba de todos de ser terroristas, incluyendo a todos los profesores universitarios. Creo que es una de las mejores películas peruanas que recuerde, y especialmente de la valiosísima producción cinematográfica sobre los años del terrorismo, la cual ayuda, desde distintos ángulos, a entender lo que pasó en ese tiempo terrible. LCR combina muy bien el drama de una familia —teniendo al espectador en vilo desde el arranque hasta el final— en el contexto del enfrentamiento entre el terrorismo y el ejército durante el mando del general Clemente Noel, el primer jefe político-militar de Ayacucho, en 1983 quien tuvo una orden de captura por su responsabilidad en los crímenes cometidos en el cuartel Los Cabitos que le da el nombre a la película. Por ello, algunos sectores —principalmente vinculados al fujimorismo— hicieron campaña contra la película en las redes, como si esta fuera una cinta hecha para desprestigiar a las fuerzas armadas, lo cual no es el caso. Desprestigiará, en todo caso, a los políticos que con irresponsabilidad enviaron al ejército a combatir sin capacidad de entendimiento del problema tan grave que había por delante. Es una crítica, además, que es parte del entusiasmo por el ‘terruqueo’ que promueve Fuerza Popular, y que se repite con una frecuencia penosa, por ejemplo, contra la obra de teatro La Cautiva, o la exposición en el Mali de las tablas de Sarhua, haciendo alusión a una supuesta apología del terrorismo que es, en realidad, apología de la ignorancia y de la estupidez.