El público de la moralización ya no se satisface con la delación de funcionarios de segundo o tercer nivel.,Algunas personas advierten que el viaje del fiscal Hamilton Castro al Brasil para interrogar a Jorge Barata sobre coimas en contratos ha desaparecido de las pantallas. El comentario se presta a la suspicacia, como casi todo estos días. Nada de lo que hace o deja de hacer la justicia está libre de interpretación. En este caso se trata de la diferencia entre las donaciones electorales, algo que no llega a ser un delito tipificado y crudo, y las coimas, que en cambio entran de lleno en los terrenos del delito. Son dos elencos bien diferenciados. Parece claro que se ha avanzado mucho más en lo primero que en lo segundo. Hasta aquí el único que habría cruzado realmente esa línea entre el billete electoral y el billete coimero es Alejandro Toledo. Obviamente hay mucho más interés por el segundo aspecto en todos los casos, pero el político prominente dispuesto a ser coimeado en términos personales y directos es hasta ahora una rara avis. Con la liberación de los esposos Humala-Heredia la parte electoral del caso Odebrecht y otras constructoras brasileñas parece haber sido ya descontada. Lo más probable es que ya nadie irá a la cárcel por haber recibido dinero para su campaña electoral. El objetivo se traslada del candidato al funcionario, aunque a veces sea una misma persona. Algo cuya naturaleza desconocemos está demorando ese interrogatorio a Barata. Quizás lo que demora en esta oportunidad es solo la clásica filtración a los medios. Con cada día que pasa las expectativas crecen. El público de la moralización ya no se satisface con la delación de funcionarios de segundo o tercer nivel. Es aquí donde entra en escena el locuaz presidente de la Confiep, para quien 99% de las empresas “son muy honorables”. El dirigente gremial no explica cómo llegó a ese resultado, pero la frase sugiere que parte del sector privado necesita ser defendida, pues la coima es una transacción, digamos, público-privada. No se puede esperar que un proceso judicial como el del 2018 avance todos sus aspectos al mismo ritmo. Pero el caso Odebrecht tampoco puede parecer un panorama de señores feudales, que recorren los campos a su leal saber, y entender. Ya pues. ¿Qué sabe Barata sobre las coimas?