Pienso en los profesionales peruanos, sobre todo en los egresados en ciertas universidades privadas que tratan a los estudiantes como clientes.,Mario Vargas Llosa puso en su sitio al abogado chileno Axel Kaiser cuando éste insinuaba una pregunta referida a la existencia de dictaduras buenas y malas. “Esa pregunta no te la acepto -interrumpió nuestro Premio Nobel de Literatura- porque parte de una cierta toma de posición previa: que hay dictaduras buenas o que hay dictaduras menos malas. No. Las dictaduras son todas malas”. Su respuesta provocó aplausos de los asistentes al conversatorio organizado por la Fundación Para el Progreso de Chile. Pero me hizo pensar en qué momento se jodió la formación democrática de los peruanos. Pienso en los profesionales peruanos, sobre todo en los egresados en ciertas universidades privadas que tratan a los estudiantes como clientes. Y recuerdo con nostalgia mis años como profesor universitario. Un día interrumpieron mi clase unos estudiantes que venían a sustentar sus candidaturas al Tercio. Venían "de parte de las autoridades”. Me pareció bien cederles mi tiempo pero luego supe, por mis propios alumnos, que se trataba de una lista única elegida a dedo por “las autoridades”. Nunca más permití que interrumpieran mi clase. Los dedos de una mano sobran para contar las universidades peruanas que cumplen con la Ley y organizan verdaderos procesos democráticos internos. Pero veo a los dueños -sí, dueños- de ciertas universidades “de élite” que se zurran en la Ley, impiden la realización de elecciones internas y funcionan como una verdadera dictadura, a veces hasta familiar, donde cogobiernan esposas, cuñados y hasta los suegros y amigos. Es así como se forma la gran mayoría de profesionales peruanos. Y después no entendemos porqué los peruanos no tienen cultura ni ética democrática. El mal ejemplo de estas dictaduras “menos malas” se difunden en su propia Alma Mater y se refleja en los nuestros partidos políticos donde la "democracia interna" funciona así, entre comillas.