Es cierto que un gobierno huérfano de apoyo popular y de partido necesita hacer concesiones, pero hay límites, y un pacto con lo más corrupto que día a día desgracia al país y sus instituciones es un claro límite. ,Vizcarra no ha sido ni es transparente. Lleva la culpa de la conspiración sobre sí, y sigue conspirando a su favor y en contra de los intereses del país. Será, si el fujimorismo no se lo almuerza antes, un cómplice funcional a la corrupción que nos inunda e infecta todo el aparato político e institucional peruano. En los últimos días ha quedado claro que está dispuesto a pactar con la jefa de la banda-política más corrupta del Perú a cambio de su presunta gobernabilidad. La pregunta es ¿cómo se atreve en su primer discurso a llenarse la boca diciendo que será implacable con la corrupción y al mismo tiempo transa con lo más abyecto de ella? Vizcarra se ha inaugurado mintiéndonos, devaluando su palabra y credibilidad. Todo lo que ha hecho, antes –ahora sabemos– y después de ese discurso, es seguir mintiéndonos. Hasta ahora ha callado sobre el indulto a Fujimori, aun cuando éste fue precisamente una de las mayores pruebas de corrupción del saliente PPK. No solo por la forma ilegal como se gestaron los procedimientos de la gracia y el indulto y sus falsas razones, sino sobre todo porque el indulto fue una moneda de canje por su pellejo culposo de Odebrecht. Si había dudas acerca de cómo Vizcarra se pararía frente a este tema que fue el que dejó huérfano de apoyo popular a PPK, toda duda quedó despejada cuando dio a conocer a recalcitrantes fujimoristas (Popolizio) y montesinistas (Huerta) en el gabinete. Huerta fue designado en el ministerio de Defensa sin importarle a Vizcarra y Villanueva que haya un vladivideo en el que se ve a Huerta departiendo con unos selectos 50 invitados por Montesinos a su cumpleaños. Nada menos. ¿Cuán cercano y avalador del podrido corruptor había que ser para ser invitado a su cumpleaños? Y Villanueva diciendo que eso fue “hace años” y Vizcarra diciendo “basta de odios”, emulando a los corruptos que nos llaman odiadores a quienes condenamos lo corrupto, están infligiendo un grave daño al país. Porque contribuyen a normalizar lo más jodidamente corrupto del pasado trayéndolo al presente, dándole poder. Y por si eso fuera poca cosa, la otra prueba del pacto de Vizcarra con lo corrupto es la designación de Heresi en el ministerio de Justicia. Esa designación ha sido como mordisquear rabiosamente al Perú solo para escupirlo frente a nuestras caras. Así se siente que esté Heresi de gato despensero en la cartera de Justicia. Un gato de uñas largas que es íntimo –empleado y /o colaborador– de los más “notables” políticos sentenciados o procesados ¿por qué?, por corrupción. Kouri y Álvarez son dos de sus más cercanos. Y Heresi, hemos visto, sirve a los amos del poder oscuro que delinque y diseña blindajes para delinquir con impunidad. Esta persona con grandes cuestionamientos hoy tiene injerencia en las procuradurías, en el INPE y en todo el sistema de Justicia del Perú, por acción directa o presión. Y eso, que lo sepan Vizcarra y Villanueva, es imperdonable. Es imperdonable que quienes se proclaman intolerantes a la corrupción entreguen la cartera de Justicia al amigo y exsocio formal o informal de todos los corruptos. Sin duda, la explicitación del pacto con lo corrupto se dio en la primera foto que Vizcarra eligió para oficializar mediáticamente su gestión: la de él, presidente, en Palacio con el inefable Galarreta, ambos blandiendo sonrientes la ley que blinda al Congreso de la fiscalización de la Controlaría. Eso ha sido una patada en la poca fe que se le pudo tener a Vizcarra. Una foto así y con esa ley no es casualidad ni accidente que se elija como primer mensaje mediático. Es cierto que desde antes de esa ley el Congreso ya estaba blindado, pero precisamente esa nueva ley eliminaba ese blindaje y los fujimoristas sacaron ese artículo con la anuencia de Vizcarra que así la firmó. Es cierto que un gobierno huérfano de apoyo popular y de partido necesita hacer concesiones, pero hay límites, y un pacto con lo más corrupto que día a día desgracia al país y sus instituciones es un claro límite. De qué sirve reactivar la economía si todo lo demás va a seguir igual? Con ese pensamiento (y podemos ver que es la línea de pensamiento de Vizcarra y Villanueva por sus elecciones en MEF, MINEM y Produce) Vizcarra y Villanueva se muestran como unos asimilados colonizados más del sistema capitalista liberal al que solo le importan las cifras, números, inversiones e ingresos por sobre la gente, las instituciones y los valores intangibles pero esenciales. Si Vizcarra y Villanueva piensan que canjear la impunidad de los corruptos y normalizar la corrupción dándoles espacio de poder se justifica a cambio de su “estabilidad” en el poder, confunden gobernabilidad con complicidad en corrupción. Vizcarra no ha sido elegido por el pueblo para ser presidente. Estaba en la plancha, sí, pero si él hubiera sido el candidato presidencial no estaría con el fajín ahora. Por tanto, ahora que Vizcarra ya se decantó como un servicial cómplice de lo más corrupto de la política peruana, se lo vamos a recordar. Porque el pueblo consciente esperaba una señal de probidad, una señal de que él era algo distinto, y lo que nos ha mostrado entre silencios previos e hipocresías posteriores, es que es más de lo mismo. Que no nos subestime, como hizo PPK y acabó donde acabó. Estamos en guardia.