El sistema no funciona y los jugadores son un desastre. ,La votación del jueves en el congreso es, obviamente, sobre el futuro de un presidente, pero, en el fondo, es una nueva expresión del proceso de hundimiento de un sistema político podrido que solo funciona para sus protagonistas pero no para la gente. Con vacancia del presidente Pedro Pablo Kuczynski o sin ella, la consecuencia en el fondo será parecida. Si PPK supera la vacancia, seguirá siendo un presidente débil con cada vez menos rumbo en manos de un fujiaprismo que lo seguirá zarandeando hasta tumbarlo, con la complicidad de otros actores, como una izquierda tan mediocre e irresponsable como también lo es la derecha peruana. Y si PPK es destituido, será reemplazado por Martín Vizcarra, una bien intencionada persona, cuya presidencia también estará a merced de las necesidades del fujiaprismo, que no son las del país sino las de sus dirigentes para evadir a la justicia frente al gran fenómeno de corrupción que es lava jato, el cual no es otra cosa que la nueva versión de la cleptocracia del fujimontesinismo de los noventa, es decir, la continuidad de lo mismo. La decadencia del sistema político se podría aliviar un poco, en ambos escenarios, con vacancia o sin ella, con un nuevo gabinete más convocante, pero que, en el fondo, solo sería un paliativo para un problema de fondo cuya solución se trata de postergar con alianzas de todo tipo: keikistas con apristas de Alan, izquierdistas con la primera combi que pase, PPK con Alberto y Kenji Fujimori, Vizcarra con emisarios de Keiko, derechistas con lo que ayude a demoler libertades básicas, etc. El problema es que las reglas del juego político peruano funcionan mal y que los jugadores juegan peor. Las reglas son las de un régimen político híbrido mal diseñado, con un financiamiento que promueve la corrupción, con instituciones como el TC, el CNM, el PJ, la fiscalía y muchas otras, como medios y empresas —para no hablar del congreso— en las que ocurren batallas campales para blindar a la corrupción y para robar. Y con jugadores lamentables. En esta temporada, es obvio que ni PPK ni Keiko Fujimori —en el gobierno y la oposición— han estado a la altura del desafío. Ambos, y muchos más, se desempeñan como un desastre. El problema es que los que pueden cambiar las cosas son los que se benefician de mantenerlas. O sea, estamos jodidos. ¿O hay cómo cambiarlas? ¿Quieren ideas? No dejen de ver en la Alianza Francesa la estupenda puesta de Ubú Rey de Alfred Jarry sobre el poder y la corrupción, una combinación tan antigua como —¡no lo duden!— tremendamente actual.