Lo niegan desde hace meses pero ayer, tras el interrogatorio a Barata, ha sido la gran fiesta de los desmentidos. El efecto que hace leerlos juntos, escritos en ese lenguaje formular de los leguleyos, con iguales dosis de victimismo y desfachatez, retratan el cuadro completo de miseria moral de nuestra claoca política y su infinito desprecio por los peruanos. García: “A pesar de los deseos de mis adversarios tanto en la declaración de ayer como la de hoy no he sido relacionado con aporte de dinero alguno. Nunca pedí ni recibí nada”. PPK: “No he recibido jamás una donación del señor Barata. Yo no he recibido ninguna financiación de dicha fuente para mis campañas presidenciales”. Keiko: “No he recibido dinero ni ha ingresado dinero de esta empresa al partido”. Humala: “Nos reafirmamos en que no hemos recibido jamás esos tres millones de dólares, hemos llevado una campaña de manera correcta”; Toledo: “Nunca, en mi gobierno, se recibió ninguna coima de ninguna empresa brasileña." Villarán: “Nunca he favorecido a empresas extranjeras y nacionales en procesos de inversion pública o privada desde la Alcaldia de Lima. Soy honesta". ¡Hasta se me saltan unas lagrimitas! Miren la impostura de sus palabras, cómo se hacen los dignos en pocos caracteres, cómo se finjen intachables, mientras las cifras de seis ceros desfilan ante nuestra mirada atónita. A lo que asistimos es al desvelamiento de una red criminal que involucra a empresas, fuerzas políticas y gobiernos, año tras año, de forma sistemática: corrupción continental con socios locales, compras de consciencias anticipadas en campañas electorales, apoyos sucios por sobreprecios pagados y propinas millonarias a través de testaferros (que también lo niegan todo). Pero sin duda las cerezas de lo abyecto son un Presidente de la República –máximo lobbista de la era Odebrecht– que hoy se blinda gracias a indultos inhumanos y una fujimorista presidiendo la comisión Lavajato: El partido del saqueo mafioso enarbolando la bandera de la anticorrupción. Así estamos.