En cualquier caso, PPK ha podido descolocar a algunos de sus enemigos, pero no ha logrado sacudirse realmente de sus problemas más serios, políticos y administrativos.,Varios comentaristas han hecho notar una mejoría en la muñeca (o si se prefiere, la cintura) de Pedro Pablo Kuczynski en la recta del 2017 al 2018. Las alusiones no son a su polémica, pero decisiva, movida del indulto a Alberto Fujimori, sino más bien a todo lo que ha venido después, y que le ha permitido fijar por lo menos una parte de la agenda política. Las explicaciones de este revival van desde consejeros en la sombra, nuevos y desconocidos, hasta la rumoreada contratación de una empresa internacional especializada en resolver crisis políticas. En cualquier caso, PPK ha podido descolocar a algunos de sus enemigos, pero no ha logrado sacudirse realmente de sus problemas más serios, políticos y administrativos. Pero evidentemente el origen de la nueva situación no está todo en PPK. La oposición ha contribuido a ella con errores propios. El primero fue de Fuerza Popular: creer que PPK iba a poder ser vacado, o empujado a la renuncia, en 24 horas. Otro es de la izquierda: pensar que les sería fácil convocar votos para un segundo intento de vacancia, que ya parece chispoteado. Tienta suponer que buena parte de la magia post-indulto de PPK ha consistido en darse cuenta de que las encuestas desfavorables, las acusaciones apasionadas de los opositores o la amenaza de una espada de Damocles, nunca son argumento suficiente para renunciar. Si no entregó una renuncia con el susto del primer momento, ya no la va a entregar. FP, todavía su principal oposición, ha entrado en una encrucijada donde debe frenar todo lo posible la sangría de congresistas, mantener la amenaza a PPK, y seguir con el día a día legislativo. Las tres cosas se vienen prestando a una imagen de desorden mucho mayor que la del oficialismo, donde ministros y congresistas hoy aparecen como un conjunto ordenado. Dicho todo esto, es preciso añadir que como en dos años los principales esfuerzos políticos del gobierno han estado dirigidos a sobrevivir, esto ha afectado seriamente la calidad de la gestión. Con lo cual la supervivencia misma de PPK no puede ser vista como un mérito en sí misma. Aunque no será el primero que presida a manotazos un generalizado descontento.