La oposición al indulto prepara una nueva demostración de fuerza para este jueves 11. La idea es que esta marcha superará a las anteriores y pondrá en evidencia que la indignación frente al tema está en crescendo. En la medida que ha habido más tiempo, más activismo y más propaganda, en efecto es muy posible que el nuevo acto de protesta supere a los anteriores. Lo que ha ayudado a calentar la plaza en estos días es el paso de Alberto Fujimori a la libertad, que incluye sus primeros mensajes políticos por Twitter. De otra parte desde que se dio el indulto nada ha sucedido que pudiera calmar los ánimos. Incluso la insubstancial y virola idea de una reconciliación puede haber caldeado más los ánimos. Es un hecho que los indignados están dispuestos a marchar y a otras formas de activismo. Pero más allá de sentar una posición y complicarle en algo la vida al excarcelado, los objetivos inmediatos de este activismo no parecen muy fáciles de alcanzar en un plazo razonable. Devolver a Fujimori a la cárcel es un largo debate jurídico, cuyo éxito nada garantiza. En cualquier caso, la furia necesita ser expresada, y ese acto por sí mismo siempre trae consecuencias. Una consecuencia importante será consolidar el muro de separación entre el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski y el no-fujimorismo. Otra será crear un espacio de unidad en la acción para una izquierda hoy gratuitamente dividida por temas caudillistas y territoriales. Mientras se marcha conviene reflexionar sobre los alcances del acuerdo PPK-Fujimori. ¿Está llamado a disolverse, por ejemplo si se calman las aguas en Fuerza Popular? ¿Puede durar hasta el inicio de las campañas para el 2021? ¿Tiene incluso visos de poder durar más allá de la coyuntura, con elementos de fagocitación? Aunque suene trillado y fácil de proponer, es indispensable para el antifujimorismo sumar lo antes posible la protesta a un paquete de propuestas, si se quiere que la fuerza del movimiento sobreviva al verano. Esto significa ponerse de acuerdo en algo más que la atrocidad de lo que viene sucediendo entre el Congreso y el Ejecutivo. Sin una teoría del asunto es poco lo que se podrá avanzar.