La sentencia del Tribunal Constitucional, que declara inconstitucional la norma impuesta por el fujimorismo y el Apra en el Parlamento, que impedía a quienes abandonaban una bancada incorporarse a otra, o formar una nueva, como es normal en cualquier lugar del mundo y lo fue hasta antes de la malhadada norma, era un instrumento de chantaje usado para impedir el desbande de la bancada fujimorista. Apenas 15 de sus integrantes son militantes partidarios, mientras que más de 60 son invitados. Los descontentos con los maltratos cotidianos que les infringen Ana Vega y Pier Figari, los asesores más cercanos a Keiko y sus capataces en el Parlamento, ya no están bajo la amenaza de que si renuncian terminarán convertidos en parias, sin bancada propia, impedidos de integrarse a otra o formar una nueva, y con sus derechos constitucionales como parlamentarios radicalmente recortados: inhabilitados para asumir cargos directivos, integrar la Comisión Permanente y hasta para votar en determinadas circunstancias. La entrada en vigencia de la sentencia del Tribunal Constitucional va a producir importantes cambios en el equilibrio de fuerzas. El gran perjudicado será el fujimorismo, que pierde su arma de chantaje cuando los conflictos dinásticos entre Keiko y Kenji están en un punto delicado. Kenji tiene el respaldo de 23 parlamentarios, que firmaron un documento alineándose con él en la reunión convocada para sancionarlo por “infraterno”. Si estos se atrevieron a respaldarlo en medio de la atmósfera de terror creada por la dupla Vega-Figari la posibilidad de una reacción mayor ahora se multiplica. La posibilidad legal de que Kenji se aparte y cree una bancada propia va a obligar a Keiko y sus acólitos a cambiar su estilo despótico de manejo partidario. Parece poco probable que una ruptura se materialice. Para Alberto Fujimori, que decide la línea que Kenji implementa, formar una bancada independiente con 20 o 30 parlamentarios no lo acerca a su objetivo fundamental: conseguir su liberación, y es más prudente mantener el partido unido por ahora. La otra bancada que va a sentir fuertemente el golpe es Peruanos por el Kambio, PPK. La bancada oficialista está gravemente desunida y en los hechos al borde de la ruptura. Las declaraciones del premier Fernando Zavala, de que el ejecutivo trabaja solo con 10 de los 17 parlamentarios de su bancada, provocaron una fuerte reacción. El secretario de organización de PPK, Jorge Villacorta (que se afirma fue sacado de su puesto de asesor de PPK por Zavala), ha pedido la cabeza del premier y la recomposición del gabinete, incorporando a los militantes de PPK al poder. Según Villacorta, los amigos de PPK, agrupados en torno a Fernando Zavala y Mercedes Aráoz, han usurpado el gobierno excluyendo a los militantes del partido. Su discurso confrontacional llegó hasta a afirmar que este “es un gabinete del Ku Klux Klan. Todos tienen que ser blancos”. La gravedad del ataque obligó a PPK a declararlo “insultante” y groseramente infeliz. Parece poco probable que Kuczynski acepte deshacerse de su entorno de amigos y socios de negocios para colocar a los PPK en el gabinete. Sin ese aliciente, para varios parlamentarios permanecer en un partido cada vez más desprestigiado y con pocas posibilidades de asegurar la reelección para el 2021 no resulta atractivo. PPK se quedaría en el mejor de los casos con una bancada del 10 parlamentarios, la misma cantidad de congresistas que tienen las dos agrupaciones de izquierda, Nuevo Perú y el Frente Amplio, luego de su ruptura, y cerca de Alianza para el Progreso, el partido de César Acuña, que tiene 9 parlamentarios. Para los pitufos, el Apra y Acción Popular, con 5 parlamentarios cada uno, el panorama es diverso. AP puede atraer algunos de los disidentes, mejorando su situación, pero es poco probable que el Apra, en el campo de fuerza gravitacional del fujimorismo, pueda hacer lo mismo. Los detractores de la sentencia del TC alegan que esta va a producir la dispersión de las bancadas. Pero la dispersión ya está allí, enmascarada hasta ahora tras el chantaje de convertir a los parlamentarios que abandonan un grupo en zombies políticos. La derogatoria de la inconstitucional norma sincerará el funcionamiento del Parlamento. Bancadas mal avenidas, con enfrentamientos internos que superan aquellos que las enfrentan con otros grupos partidarios no son un factor de avance, sino de estancamiento. Reagrupamientos partidarios, que expresen mejor lo que es el Perú, hoy, constituirán un avance, no un retroceso.