Un efecto del reclamo de cabezas ministeriales hecho por Keiko Fujimori hace un par de semanas ha sido lanzarle los reflectores encima a Fernando Zavala. Aunque su renuncia no estaba en el pedido, quizás la censura individual de un ministro ya no es suficiente (quizás hay una a las puertas), y la verdadera presa ahora es un premier. Los argumentos para su cambio no son muy sólidos. Uno es que simplemente se necesita a alguien mejor. La idea aquí es que Zavala no está compensando las deficiencias de Pedro Pablo Kuczynski. Otro argumento lo responsabiliza de estar presidiendo un gabinete ineficaz y de no realizar los cambios de ministros exigidos por Keiko Fujimori. Luego está la percepción de que es tecnócrata y no político, de que su doble cartera PCM-MEF es demasiada acumulación de poder, de que su plan de reactivación económica con inversión pública no va a funcionar, de que está ubicado demasiado cerca o demasiado lejos del fujimorismo. La lista es más larga. Más allá de la calidad de los argumentos, es un hecho que Zavala está al centro de un gobierno en problemas. El principal, no el único, una mayoría parlamentaria decidida a ponerlo de rodillas. En tal situación, el primer ministro es el principal candidato al desgaste político. A esto puede sumarse media bancada oficialista al filo de la disidencia. Una de las ilusiones en la derecha es un primer ministro capaz de encarnar en su figura una disolución de las diferencias entre PPK y Fuerza Popular. Los nombres citados evocan algo así como un delegado de la oposición para coordinar los trabajos del oficialismo. De paso, una virtual desaparición de PPK. En el otro lado del espectro hay reproches a Zavala por no haber enfrentado a Fuerza Popular con la necesaria decisión. Es el constante regreso de la idea de hacer cuestión de confianza contra el Congreso. En el fondo es un reproche por no haberse dejado inmolar en ocasión de la censura del ministro Jaime Saavedra. Como anda la cosa, para PPK cambiar a Zavala no solo significaría perder un operador que quizás no es lo cunda que se quisiera, pero sí es eficaz dentro de los márgenes en que está obligado a operar. Quienes lo ven como un malo conocido deberían reflexionar sobre el bueno por conocer. Como anda la cosa, para PPK cambiar a Zavala no solo significaría perder un operador que quizás no es lo cunda que se quisiera, pero sí es eficaz dentro de los márgenes en que está obligado a operar.