La decisión pendiente del TC sobre ley antitránsfuga.,El tribunal constitucional podría decidir este mes la demanda contra la ley antitránsfuga aprobada hace un año, y debería concluir que es una disposición inconstitucional. La norma la promovió el fujimorismo, como una de sus primeras iniciativas legislativas al inicio de este lustro político, para evitar el resquebrajamiento de una bancada enorme de 73 integrantes y que, como se ve, se pretende manejar con una férrea disciplina sin muchas dudas ni murmuraciones en su interior. En principio, es una iniciativa que pretende fortalecer a los partidos políticos y darles cohesión a las bancadas parlamentarias, algo que es, sin duda, positivo. Pero el problema central de la disposición decretada por Fuerza Popular es que, sin distinguir los diferentes motivos de un tránsfuga, mete a todos los disidentes en un mismo saco, y los transforma en parias en el parlamento al impedirles unirse a otra bancada, votar en comisiones, o integrar la mesa directiva del congreso. Eso es un abuso pues no todos los tránsfugas son iguales. Hay los que se vendieron por dinero en la oficina de Vladimiro Montesinos, pero también hay los que prefieren abandonar una bancada por razones éticas o ideológicas debido a que los partidos con los que llegaron al congreso toman decisiones que violan la plataforma con la que se postuló, u optan por la inmoralidad en sus decisiones. Hablar mal del tránsfuga es lo políticamente correcto pero, no obstante la mala prensa que recibe, a veces es el único camino para quienes tienen la legítima aspiración de hacer política en un contexto de partidos débiles que no merecen llamarse así pues no pasan de ser un grupo de gente que se junta poco antes de la elección para tratar de llegar al poder. El problema con la mala imagen del tránsfuga en el Perú es que se asocia a una decisión impulsada por el vil metal debido a que eso fue lo que ocurrió en masa durante el fujimontesinismo, pero no hay registros de que ese motivo siga vigente. Lo que hay, más bien, es el objetivo de permanecer en política en un contexto en que los partidos políticos son organizaciones caudillistas sin más interés que servir de plataforma para que el cacique llegue al puesto que ambiciona, y sin ofrecer los incentivos para que sus miembros –con la excepción de una minoría alineada servilmente con el jefe– sientan que les conviene permanecer en el partido en el largo plazo. En el fondo, el tránsfuga no es otra cosa que la expresión estridente de la demora en realizar la reforma política y de los partidos en el Perú.