Sigue el clamor general. Con un 28 de julio turbulento y un Perú dividido en el que el Perú oficial celebra, desfila y reprime, y el Perú real y social reclama, protesta y se moviliza para que se vayan todos y haya elecciones adelantadas.
Además de la visibilización de los problemas estructurales, las coyunturas críticas se caracterizan por:
-La ampliación de la conciencia social de la gente. Ella se extiende desde las capas ilustradas de la mesocracia hasta los estratos sociales populares, sencillos, ninguneados y expoliados. Todos vislumbran, unos más que otros, que los problemas actuales que los agobian provienen de causas estructurales profundas que han sido ocultadas y normalizadas por la historia oficial y oficiosa y por la cultura dominante. Un indicador muy claro y preciso del ensanchamiento de la conciencia social de la gente es la agenda política que planteó el pueblo maltratado y movilizado del sur andino: Renuncia de Dina Boluarte, disolución del Congreso, elecciones adelantadas, convocatoria a una asamblea constituyente. (La reposición de Castillo está siendo cada vez más relegada).
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Los ocupantes del poder oficial no entendieron ni entienden la agenda política que nace de los forros del pueblo mismo. No entienden las demandas políticas democratizadoras y les sugieren que demanden cosas concretas (agua, desagüe, luz). Ellos consideran normales la explotación, el maltrato, la discriminación, el no respeto a los derechos del mundo andino y creen que el pueblo no tiene derecho a hacer política porque ella está reservada para los que oprimen y mandan. Debieran entender que no es el asistencialismo el que los mueve. Es la política, estúpidos. Lo que el pueblo movilizado exige es el respeto a la soberanía popular, un trato igual para todos, un respeto a sus derechos (al referéndum), la consideración de formar parte de la nación, la exigencia de un nuevo pacto social. Ahora, además, defienden la vida y exigen sanción a los masacradores y a los que ordenaron la masacre de más de medio centenar de ciudadanos.
-La emergencia de la acción colectiva y de los principales protagonistas de la coyuntura crítica. El discurso golpista y suicida de Castillo y el contragolpe del Congreso tradujeron rápidamente el descontento en ira social y esta desembocó en la acción masiva del sur andino y de 18 regiones. Hay un rápido desplazamiento de la subjetividad a la acción. Dos son los protagonistas centrales que han aparecido en esta coyuntura crítica. Por un lado, la coalición del deforme parlamentarismo presidencializado autoritario (en el que Dina Boluarte es solo un títere) y los poderes fácticos (las FFAA, los grandes empresarios y la prensa concentrada) y, por otro, un vasto y persistente movimiento social popular que cada vez más se ensancha a otras capas sociales. La masividad es su fuerza y a la vez su debilidad. Le falta coordinación, representación, dirección política, liderazgo y capacidad para organizar una coalición exitosa. No es poca cosa, pero esas carencias han comenzado a ser superadas y se resolverán cuando la crisis se profundice y todos los tiempos (político, económico y social) se aceleren. Volvemos con las salidas probables.