Cuatro congresistas que llegaron al Pleno con un informe inculpatorio son salvados durante la votación y sus casos ya no se verán en el fuero civil, porque fueron protegidos por varias bancadas del Parlamento que les concedieron blindaje frente a las acusaciones.
Se trata de cuatro congresistas de Acción Popular denunciados de haber apoyado con sus votos a cambio de prebendas al Gobierno de Pedro Castillo. El informe de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales había incidido sobre su responsabilidad al haber intercambiado favores políticos y haber recibido, a cambio, obras públicas y otros pagos provenientes de la corrupción.
Sobre Raúl Doroteo, Darwin Espinoza, Elvis Vergara y Jorge Flores Ancachi pesaba un informe que pedía denuncia penal por dos delitos: organización criminal y tráfico de influencias. En la primera votación del Congreso, se rechazó la propuesta de acusación y, por ende, tampoco procedió la solicitud para que fueran separados de sus curules mientras duren las investigaciones.
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En cada caso, las posiciones en contra de la imputación alcanzaron hasta 44 votos, y a favor no lograron superar los 39. Así, estas 4 denuncias pasaron al archivo del Congreso.
En una semana en la que se ha consumado en el Congreso la repartija del cargo de defensor del Pueblo a cambio de apoyo para sus proyectos de copamiento de otras instituciones públicas, entre las que sobresalen las entidades del sistema electoral, este caso de los denominados ‘Los Niños’ es una prueba más que al Legislativo actual ya no le importa la imagen ante el ciudadano y mucho menos su inexistente popularidad.
Con las cifras históricas más bajas de respaldo ciudadano, este Congreso está solo interesado en sacar adelante todos sus entripados, tratos bajo la mesa y cuanta vileza se pueda negociar, mientras que trazan sus estrategias para capturar el Estado, empezando por los órganos electorales.
Esta votación en el caso Los Niños deja bien en claro que ya no se trata de un tema ideológico o que existen mayorías y minorías u oposición y oficialismo. Todo ya es un mismo cambalache en el que el apoyo cuantitativo se arma a partir de los intereses subalternos que los mueven. Lo que sí parece claro en este desconcierto es que el blindaje no tiene color político.