Por Melina Galdos. Investigadora. Unidad de Investigación de Políticas de Ciencia, Universidad de Sussex.
La brecha de género en áreas como la ciencia, tecnología, ingeniería y matemática es abrumante. Solo uno de cada tres investigadores en ciencias es mujer. Esta disparidad es aún más dominante en estructuras de gobernanza y toma de decisiones dentro de ecosistemas destinados a la producción de conocimiento.
En un reporte reciente sobre el estado de la ciencia, Unesco identificó que solo el 12% de los miembros de organizaciones como las Academias de Ciencias son mujeres. Esto significa que en términos aspiracionales, los ejemplos de investigadoras influyendo en la toma de decisiones y en políticas basadas en evidencia son limitados para niñas y jóvenes, principalmente en países con una débil tradición científica.
Uno de los aspectos más desconcertantes de esta brecha es que las estudiantes mujeres obtienen puntuaciones más altas en matemáticas en pruebas estandarizadas como la de PISA, pero esta destreza no se refleja en la elección de su campo profesional.
Las mujeres que sí han podido seguir una carrera científica se han convertido en importantes agentes de cambio, y sus aportes se hacen cada vez más visibles a través de iniciativas que premian su trayectoria y aporte al conocimiento.
Sin embargo, pese a la importancia de estos reconocimientos, el cambio es cosmético y no estructural. Más becas, programas de movilidad y reconocimientos no cambian la forma en cómo se conciben los roles de género o se distribuyen las responsabilidades de cuidado en el hogar.
Tampoco son un vehículo para prevenir que jóvenes talentosas no puedan acceder a una educación universitaria por un embarazo no planificado por falta de acceso a educación sexual. Menos aún contribuyen a que el acoso en espacios laborales predominantemente masculinos sea menor o que los prejuicios de género sean condenados.
No perdamos de vista que tenemos mucho por transformar para que la ciencia sea un camino en el que las mujeres puedan prosperar y trascender en igualdad de condiciones.