Inventoras invencibles
Desde un ventilador mecánico hasta un robot recolector de microplásticos marinos, el ingenio no tiene género. Así lo demostraron las peruanas que participaron en la Feria de Inventos de Mujeres Corea Kiwie 2022, donde ganaron 13 medallas de oro.
Thomas Alva Edison inventó el foco. Nikola Tesla, la radio. Alexander Graham Bell, el teléfono. ¿Podría nombrar el lector a alguna mujer cuando piensa en inventos? ¿Le suena Marie Curie, que inventó la primera máquina de rayos X portátil, o Mary Anderson, la creadora de los limpiaparabrisas, o Ada Lovelace, la que ideó el primer algoritmo?
Seguro que no. Porque todavía a las mujeres inventoras no se las nombra mucho en los colegios; o porque la brecha de género hace que sus pares masculinos sean, numéricamente, más que ellas. Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), aún son pocas las mujeres inventoras que solicitan una patente, aquel documento que reconoce que una invención le pertenece a alguien. Según las cifras, el 2018, ellas representaron un 17.1%; mientras ellos, el 82.9% restante.
Sin embargo, no hay que ser pesimistas, porque el número de inventoras está subiendo. En el Perú, según Indecopi, las patentes con al menos una mujer inventora se han incrementado de forma sostenida en las últimas décadas. En 2021, el 41% de los inventos presentados fueron de mujeres que los idearon solas o en grupos mixtos (hasta hace cinco años apenas llegaban al 13%). Lo que comprueba que la invención -esa cualidad humana por la que creamos cosas o le damos solución a un problema- no es solo patente de los hombres.
El equipo de inventoras de la Universidad Privada del Norte (UPN), encabezado por la ingeniera mecánica Ruth Manzanares, obtuvo 16 preseas. Todos sus inventos fueron premiados, y entre ellos figuran desde un esterilizador portátil de cubiertos hasta una manta orgánica de cáscara de aguaymanto; desde un inodoro de entrenamiento para niños hasta tejas hechas con desechos orgánicos y almidón de papa; desde un vehículo para fortalecer los músculos de los ancianos hasta un dispositivo recolector de microplásticos marinos.
Teja hecha con desechos orgánicos y almidón de papa, invención del equipo de inventoras de la UPN. Foto: Antonio Melgarejo/La República.
Sugon, el robot recolector de microplásticos marinos que mide 1 metro de largo. Foto: difusión.
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“El equipo es una fábrica de invenciones”, dice orgullosa Ruth, docente de diseño industrial de la facultad de arquitectura de la UPN, quien les metió el bichito de la invención a sus alumnos, formando un grupo de investigación al que llamaron GIABIPS. Empezó con tres estudiantes y hoy son más de treinta; la mayoría son mujeres de las carreras de ingeniería industrial, mecatrónica y negocios internacionales.
Los inventos que presentaron en Kiwie 2022 fueron trabajados, incluso, con el apoyo de exalumnas de Manzanares, de las especialidades de Biología e Ingeniería Agrícola de otras universidades. “Los peruanos resolvemos problemas en todo momento. Queremos jugar fútbol, ponemos dos piedras y es nuestro arco. Inventar es resolver un problema y lo hacemos desarrollando un producto”, dice la docente.
Uno de sus inventos estrella fue Boli, un robot de análisis y monitoreo de suelo agrícola que obtuvo la medalla de oro. El autómata -que tiene la forma de una mariquita- se creó a partir de un problema puntual: nuestras cosechas de palta estaban siendo rechazadas en la Unión Europea porque tenían altos niveles de metales pesados y plaguicidas. Y al equipo de Manzanares se le ocurrió crear un dispositivo para medir las propiedades del terreno agrícola. “Es un robot que se recarga con celdas solares, y tiene, además, baterías para impulsar sus ruedas traseras, su campo de movimiento es de una hectárea y a través de un sensor que se incrusta en la tierra medirá: la luz del sol, la humedad, el PH, la temperatura, los macronutrientes, entre otros elementos”, menciona la científica quien, en contra de lo que quería su familia, dejó la carrera de medicina para estudiar ingeniería.
“A mí me gusta fabricar. Cuando era estudiante fabriqué un auto tipo fórmula uno […] pienso que aún hay pocas inventoras porque cuando uno es niño y piensa en un científico piensa en un hombre. Debemos dejar de sexualizar las carreras”, agrega Ruth.
“Apoyar a las inventoras peruanas implica reconocer su capacidad de contribuir al desarrollo industrial, económico y social del país a través de sus innovaciones”, dice la Dirección de Invenciones y Nuevas Tecnologías del Indecopi, el ente que convocó a las peruanas que -en solitario o desde las universidades o empresastuvieran un invento patentado (o con patente en trámite) para ser mostrada en Kiwie 2022.
“A Thomas Alva Edison le tomó más de cien veces crear una bombilla eléctrica, en la investigación es importante perseverar”, dice la ingeniera industrial María del Pilar Palacios, coinventora de un ventilador mecánico de emergencia para UCI, otro de los inventos que obtuvo una medalla de oro en Corea, además, de un reconocimiento de la Asociación de Innovación e Invención de Tailandia.
La ingeniera María del Pilar Palacios, coinventora del ventilador mecánico. Foto: Antonio Melgarejo/La República.
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Los primeros prototipos del ventilador -equipo médico que tanta falta nos hizo en los momentos más duros de la pandemia- fueron hechos de forma casera, en 2020, por Palacios y su esposo, el ingeniero Noé Bazán, que tenía experiencia, pues en los noventa había desarrollado una máquina corazón-pulmón. Lo hicieron con lo que tuvieron a la mano: “Nosotros estudiamos ingeniería en los ochenta, en medio de la hiperinflación y terrorismo, tenemos activado el ingenio”, dice la ingeniera.
Ya cuando el tercer prototipo veía la luz, Alta Engineering SAC (la empresa del matrimonio Bazán-Palacios) se unió a la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC), y trabajaron en conjunto en el perfeccionamiento del equipo con los ingenieros Emir Vela, Julio Valdivia y Ruth Canahuire.
Esta última versión del ventilador mecánico cuenta con una patente de Indecopi y lo original es su diseño: se usa un reanimador manual, una bolsa autoinflable de uso manual, pero que se comprime de forma mecánica por acción de unos motores. “El equipo pesa 60 kilos, aún no es muy portátil, tenemos que seguir mejorándolo”, dice la ingeniera Palacios, quien subraya lo necesario que es la presencia de mujeres referentes en la ciencia: “Pero no hay que ser ingeniero para inventar. En el Perú, las madres son inventivas, mira las ollas comunes, han creado soluciones para problemas desde siempre, encendamos esa chispa”.