Soy un conservador de izquierda. Pero eso de ser pobres venía de antes. Hoy aumentan los hambrientos. Y exagero si digo que somos también genéticamente indigentes. Se nace pobre desde hace un tiempo. Y si el bolsillo es lo primero, la mente también se debilita. La educación no educa, ni en San Marcos. Por ejemplo, la peste desnudó que las cifras eran una farsa. El PBI formal solo para un 15%. El resto no cuenta. Hay pues dos economías. ¿Y mi AFP? Eso no es para cholos.
Y si la poeta norteamericana Glück gana el Nobel de Literatura, y como la ignoran en el Perú, es mala. Peor que Murakami que siempre va de segundón. Y a las elites no les interesa la nueva normalidad. Ellas siempre violaron todas las reglas. Y presionan para acelerar las aperturas de sus negocios. “Libertar”, dicen, y no es más que la sempiterna voz del amo.
Y los bonos parchan, pero no salvan a nadie. Entonces tengo que salir a la calle de ambulante y a vender cualquier cosa. Y las chicas de la tele se horrorizan. Cómo es posible tanto informal, dicen. Y qué quieren, que se mueran de hambre. Al menos se distraen. Y mi vecina también prepara menú. Y se queda con el postre. Y mis amigos de la escuela de música cantan por las calles, y la gente les tira plata en unas medias sucias.
El nuevo pobre peruano no gozará del verano. Las playas hierven en virus, nos dicen. Pero sí hay pase para los megamalls. Y Agua Dulce está vacía. Pero el Jockey revienta. Y los viejitos son un peligro caminando. Que no salgan de casa porque está demostrado que son los más irresponsables. Y uno huele a viejo y solo falta que me obliguen a tejer mientras veo a Magaly. Entonces me deprimo más.
Y espero una encomienda del sur. Pero no hay buses porque también son muy peligrosos. Pero ahora en el aeropuerto todo está regio. Es que los aviones no contagian, explican. Y el nuevo pobre exige diversión. Una alumna me escribe que su cuerpo pide salsa. Y la detienen por andar en fiestas Covid. Y por desesperación aumentan los borrachos. Y a la cárcel por viciosos.
El nuevo pobre –o pobre Covid– es un sujeto sobreviviente de las siete plagas. Ojo, pero es el mayor de los sospechosos y un ser repugnante. Más que Swing, ese mantenido. El mendigo de nuevo cuño ya no será más víctima del fujimontesinismo, el neoliberalismo, la ultraderecha y el Estado corrupto. No, vivirá agradecido de seguir apenas vivo. Muerto de hambre, pero vivo.