La mañana del 5 de febrero de 1986, el pueblo de Selden, en Nueva York, Estados Unidos, quedó conmocionado por el asesinato de James Pierson, padre de dos menores, dentro de su casa. Sin embargo, la historia detrás de su muerte tomó un giro tras descubrirse que su hija Cheryl Pierson fue quien, cansada de los abusos que tenía que vivir a su lado, decidió contratar a un sicario para acabar con la vida de su progenitor.
“Él diría que me mataría y que le haría lo mismo a cualquiera a quien le dijera. Yo le creí”, contó Cheryl años después.
Cheryl contrató a un compañero de clases quien, como un sicario, mató a James. Foto: Bettmann
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Aunque Cheryl Pierson aparentaba una vida bastante normal en la escuela, la realidad era otra. Desde que tenía 11 años, había sido víctima de abusos sexuales, físicos y psicológicos por parte de su propio padre, quien aprovechó que su madre se encontraba postrada en la cama de un hospital, hasta su muerte en 1985.
A pesar de los años en los que permaneció en silencio por ser amenazada, la adolescente de 16 decidió ponerle un alto a los delitos que cometía su padre luego de que él le mostró sus intenciones de querer violentar a su hermana Joann, de 8 años.
Cheryl Pierson junto con su padre James y su hermana JoAnn. Foto: People
De esta manera, con apoyo de su novio Robert Cuccio, a quien le había confesado por lo que estaba pasando, juntó US$1.000 que su compañero de clases Sean Pica le pidió para cometer el asesinato de su padre.
Tras conseguir un arma y practicar en algunas oportunidades en un bosque, la mañana del 5 de febrero Sean Pica mató a James Pierson de tres disparos en la espalda, cuando se dirigía a su empleo como electricista.
Al iniciar las investigaciones, los rumores que comenzaron a correr en la escuela secundaria llevó a que los tres jóvenes involucrados fueran detenidos por la Policía de Nueva York. De inmediato, Cheryl y Sean se declararon culpables de homicidio involuntario, mientras que sus vecinos confesaron que habían notado los golpes que la menor recibió, pero por los cuales nunca advirtieron a las autoridades.
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Cheryl Pierson y su esposo Robert Cuccio, con quien ahora tiene dos hijas. Foto: People
La adolescente fue condenada a seis meses de prisión, ya que su defensa logró demostrar el daño generado por los abusos de su padre.
Por buena conducta, Cheryl logró recuperar su libertad tres meses después. Sin embargo, el caso de Sean fue distinto, ya que estuvo en prisión durante 16 años, donde pudo terminar la secundaria y ayudó a otros reclusos a aprender a leer.
Cheryl y Robert se casaron 1998, tuvieron dos hijas y, desde entonces, permanecen unidos. Juntos escribieron el libro ‘Incesto, asesinato y un milagro’, con el que buscan dejar atrás aquel duro episodio en sus vidas.