Fue reelegido para una tercera gestión en cuestionadas elecciones: los candidatos de la oposición fueron prohibidos, enorme ausentismo y participaron cinco "candidatos" desconocidos., La aplastante victoria de Daniel Ortega para iniciar su tercer mandato consecutivo le ponen en la antesala de convertirse en uno de los gobernante más duraderos en la historia reciente de Nicaragua, y establecer un control familiar del país con su mujer Rosario Murillo como vicepresidenta. PUEDES VER: Ortega expulsa a la oposición del Parlamento El ex comandante guerrillero, líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSNL), consiguió en las elecciones del domingo el 72,5% de los votos frente a un 15% de su más cercano contendiente de entre un grupo de cinco contrincantes casi desconocidos. Sin embargo, los cinco años que tiene ahora por delante se avecinan complicados. Por un lado, la parte más dura de la oposición, que instó al boicot electoral, asegura que los comicios fueron una farsa y rechaza las cifras oficiales de participación en las votaciones: el tribunal electoral la sitúa por encima del 65% por ciento, y ellos en menos del 30%. Además, Nicaragua es el segundo país más pobre del hemisferio y se enfrenta a serios retos derivados de un horizonte económico regional inseguro por la crisis de Venezuela, uno de sus principales benefactores, y por el declive de los gobiernos izquierdistas de la región, sus tradicionales aliados. Sus críticos aseguran que desde su regreso al poder en 2007 se ha aprovechado de las instituciones para conseguir fallos a su favor que primero le permitieron ser reelegido presidente; luego debilitaron y excluyeron a los verdaderos partidos opositores de la Asamblea y de la contienda electoral; hasta, finalmente, consolidar una dinastía de gobierno de la mano de su más fiel compañera, la ya vicepresidenta electa y sucesora inmediata ante cualquier percance del mandatario. A punto de cumplir 71 años, si Ortega completa su mandato de cinco años, estaría en el poder en torno al cuarto de siglo, incluidos los años de la junta de gobierno sandinista que siguieron el derrocamiento de la dictadura de Anastasio Somoza en 1979 y su primera presidencia de 1985 al 1990. Pese a sus muchos detractores, Ortega y Murillo son una pareja con altos niveles de popularidad debido a la relativa estabilidad económica del país, los bajos índices de violencia comparados con otros puntos de Centroamérica y, sobre todo, gracias a los programas sociales que han impulsado. "El desafío más probable que enfrentará (Ortega) es económico, en particular cuando el petróleo venezolano deje de fluir y cuando el proyecto del canal se derrumbe", estimó Gregory Weeks, analista de la Universidad de Carolina del Norte, Charlotte. "Nicaragua ha sido tan dependiente de Hugo Chávez en esos años, que va a ser difícil mantenerse sin eso".