La publicación el martes del primer informe del Vaticano sobre la protección de menores en la Iglesia muestra la importancia para el papa Francisco de la lucha contra los delitos sexuales cometidos por el clero, su desafío más doloroso.
Desde su elección en 2013, el jesuita argentino sancionó a prelados de la jerarquía católica e hizo obligatorio comunicar cualquier sospecha de agresión sexual o acoso. Pero su labor se vio empañada por varios escándalos y las víctimas exigen más acciones.
A finales de 2014, Francisco creó una comisión internacional consultiva de expertos para la protección de menores, compuesta por religiosos y laicos, a la que encargó redactar este informe en 2022.
Esta estructura recibió duras críticas y varios de sus miembros dimitieron, incluido el más influyente en 2023, el sacerdote jesuita alemán Hans Zollner. Este último denunció una "falta de claridad" y la "informaciones insuficientes y la vaga comunicación" que rodean al proceso de toma de decisiones.
A principios de 2018, el viaje del papa a Chile, un país entonces indignado por el encubrimiento de los escándalos, constituyó un rotundo fracaso que fue visto como un punto de inflexión en el pontificado.
El sumo pontífice, mal informado, defendió a un obispo chileno sospechoso de haber ocultado los crímenes de un sacerdote y pidió pruebas a las víctimas, antes de presentar una disculpa personal por sus desafortunados comentarios y de enviar a Chile a un investigador.
El caso desembocó en exclusiones y dimisiones en el seno de la Iglesia chilena.
En agosto de 2018, el papa fue atacado con una virulencia si precedentes por su supuesto silencio sobre el comportamiento del influyente cardenal estadounidense Theodore McCarrick.
Este último, acusado de agresiones sexuales contra menores, perdió su título de cardenal antes de ser expulsado por el papa, un castigo prácticamente inédito en la historia de la Iglesia.
Dos años más tarde, el Vaticano publicó una larga investigación sobre McCarrick, en la que admite errores cometidos en la cúpula pero eximiendo a Francisco. El informe subrayó la escalofriante indiferencia de la jerarquía católica ante los jóvenes sacerdotes que fueron agredidos.
En febrero de 2019, el papa convocó en el Vaticano a los presidentes de 114 conferencias episcopales y a responsables religiosos del mundo entero para una cumbre inédita de cuatro días sobre "la protección de menores".
Esta reunión fue acompañada por los espantosos testimonios de víctimas y por las fuertes críticas a los encubrimientos de la Iglesia.
Francisco prometió "una lucha a todos los niveles" frente a "crímenes abominables" y se comprometió a una política de tolerancia cero.
A finales de 2019, el papa eliminó el secreto pontificio sobre las agresiones sexuales a menores. Las denuncias, testimonios y documentos de los juicios internos en la Iglesia pueden entregarse ahora a la justicia civil, aunque no hay ninguna obligación. Las víctimas pueden acceder a su expediente y a la sentencia.
Con el texto "Vos Estis Lux Mundi" ("Vosotros sois la luz del mundo"), el papa argentino hizo obligatorio comunicar en la Iglesia cualquier sospecha de agresión sexual o de acoso, y cualquier intento de ocultación por parte de la jerarquía.
En 2021, la Iglesia modificó su ley en materia de sanciones penales que data de 1983 con un artículo explícito sobre los delitos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores y personas discapacitadas.
Pero las víctimas continuaron lamentando que el clero no estuviese obligado a denunciar posibles crímenes ante la justicia civil, a menos que le obliguen las leyes del país. El secreto de la confesión seguía siendo además absoluto.
Desde Canadá a Bélgica, Francisco se reunió con numerosas víctimas y multiplico los llamados a la capacidad de escuchar y a las peticiones de perdón.
Aunque es el papa que emprendió más acciones contra esta lacra, nunca reconoció las causas "sistemáticas", es decir inherentes a la Iglesia.
También se mostró muy distante con el informe de la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia (Ciase) publicado en 2021 en Francia, a cuyos miembros nunca recibió, pidiendo "prudencia" ante las cifras de 330.000 personas agredidas en la Iglesia cuando eran menores entre 1950 y 2020.
Su actitud también fue señalada en otro caso en 2022: Marko Rupnik, influyente sacerdote y artista esloveno y jesuita, fue acusado por monjas de agresiones sexuales y psicológicas cometidas a principios de los años 1990. Bajo presión, Francisco levantó la prescripción en 2023 para abrir un procedimiento contra el clérigo.
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